Las pautas y recomendaciones dietéticas suelen recomendar, de manera condescendiente, lo que creen que el público va a ser capaz de hacer, y no lo que la ciencia considera como lo más óptimo para la salud.
La palatabilidad de la prevención del cáncer
El informe más extenso de la historia sobre la dieta y el cáncer está siendo continuamente actualizado con todas las nuevas investigaciones. En la actualización de hace unos años del cáncer colorrectal, implicaron a varios tipos de carnes animales, incluyendo las carnes procesadas como causa convincente de cáncer colorrectal, en su mayor nivel de evidencia, es decir, más allá de cualquier duda razonable. Más recientemente, la OMS ha confirmado las carnes procesadas como cancerígenas. El mensaje principal era que la mejor prevención contra el cáncer colorrectal es una combinación de mayor actividad física con una dieta rica en fibra y pobre en productos cárnicos. Una reducción a la mitad de lo que equivaldría a la cantidad de carne de un sándwich de pavo puede disminuir el número total de casos de cáncer colorrectal hasta un 20%. Hay varias implicaciones de esta actualización de la guía del cáncer, pero este artículo de la Meat Science (Ciencia de la Carne) decidió enfocarse en la historia desde el punto de vista del consumidor, ya que a su parecer, cada consumidor es un paciente y vice-versa en algún momento del futuro, pero las enfermedades crónicas no tienen por qué ser una consecuencia invariable del envejecimiento.
Aunque la evidencia de la relación entre el riesgo de padecer, al menos, cáncer colorrectal y el consumo de carnes animales procesadas no se puede negar, sugieren más investigación. Por ejemplo, compara el riesgo de consumir carne animal con otras prácticas de riesgo como beber alcohol, falta de actividad física, obesidad y fumar. Comparado con el cáncer de pulmón y fumar, tal vez la carne no parezca tan mala.
Pero los consumidores probablemente ni siquiera sepan de las guías de prevención del cáncer. Los consumidores, hoy en día, están saturados de información. Es por ello que probablemente la divulgación de la actualización del cáncer colorrectal desaparezca en esta nube de información. Y aunque los consumidores la vean, la industria de los cárnicos no cree que les importe demasiado.
Ya que para muchos consumidores en occidente el papel de la salubridad, aunque importante, no se acerca al de la satisfacción del sabor en su decisión final sobre la carne animal o productos cárnicos. Es por ello cuestionable que las recomendaciones actualizadas basadas en los efectos cancerígenos del consumo de carne animal genere cambios sustanciales en el comportamiento de los consumidores.
Doctores y profesionales de la nutrición alimentan esta actitud condescendiente de que a la gente no le importa lo suficiente su salud como para cambiar. Este artículo, de una revista líder en nutrición, se mofó de la idea de que la gente pudiera cambiar a una “dieta prudente”, reduciendo el consumo de proteína y grasa animal, sin importar cuánto cáncer pudiera prevenir. Las probabilidades de reducir el consumo de grasas, alimentos ricos en proteínas, o cualquier otro alimento en una medida significativa para evitar cáncer de colon son virtualmente nulas. Por ejemplo, considera la enfermedad cardíaca. Sabemos que podemos prevenir y tratar la enfermedad cardíaca con el mismo tipo de dieta, pero el público simplemente no lo hará. “La dieta”, dicen, “perdería demasiada palatabilidad”.
La gran palatabilidad del jamón, en otras palabras, sobrepasa ampliamente otras consideraciones, aunque la salud y el bienestar son factores cada vez de mayor importancia en las decisiones del consumidor. Este artículo de 1998 de Meat Science temía que a menos que comer carne animal se vuelva compatible con alimentarse íntegra y sanamente, será relegada a un rol más pequeño en la dieta de los países desarrollados durante la próxima década. Su predicción no se cumplió. Aquí están los datos del consumo de carne por persona de los últimos 30 años: subiendo, subiendo. 1998 fue cuando se publicó el artículo en Meat Science, preocupándose sobre el consumo de carne animal en la próxima década. Sin embargo, el consumo de carne aumentó aún más, pero después pareció estancarse, antes de caer en picado. El consumo de carne descendió alrededor de un 10% en los últimos años. Millones de estadounidenses están reduciendo el consumo de carne.
Por lo que no me digan que la gente no está dispuesta a cambiar de dieta. A pesar de ello, continuamos teniendo recomendaciones dietéticas y guías diluidas, porque las autoridades se preguntan a sí mismas: qué tipo de cambios dietéticos podrían ser aceptables para el público, en vez de decirnos lo que dice la mejor ciencia disponible y dejar que decidamos por nosotros mismos como alimentarnos y como alimentar a nuestras familias.
Para ver los gráficos, gráficos, imágenes y citas a las que el Dr. Greger se refiere, ve el vídeo anterior. Esto es sólo una aproximación del audio aportada por Katie Schloer. Traducción y edición de Aitor Arsauga y Adrián Bravo López.
Por favor, considera ofrecerte como voluntario para ayudar en la web.
Imágenes gracias a MarkusHendrich a través de Pixabay.
- alcohol
- cáncer
- cáncer de pulmón
- carne
- carne procesada
- ejercicio
- embutidos
- enfermedad cardiaca
- enfermedad cardiovascular
- enfermedades crónicas
- fibra
- flexitarianos
- grasa de origen animal
- influencia de la industria
- jamón
- medicina del estilo de vida
- obesidad
- pautas de alimentación
- pavo
- perros calientes
- productos de origen animal
- profesión médica
- proteína de origen animal
- tabaquismo
- tocino
El informe más extenso de la historia sobre la dieta y el cáncer está siendo continuamente actualizado con todas las nuevas investigaciones. En la actualización de hace unos años del cáncer colorrectal, implicaron a varios tipos de carnes animales, incluyendo las carnes procesadas como causa convincente de cáncer colorrectal, en su mayor nivel de evidencia, es decir, más allá de cualquier duda razonable. Más recientemente, la OMS ha confirmado las carnes procesadas como cancerígenas. El mensaje principal era que la mejor prevención contra el cáncer colorrectal es una combinación de mayor actividad física con una dieta rica en fibra y pobre en productos cárnicos. Una reducción a la mitad de lo que equivaldría a la cantidad de carne de un sándwich de pavo puede disminuir el número total de casos de cáncer colorrectal hasta un 20%. Hay varias implicaciones de esta actualización de la guía del cáncer, pero este artículo de la Meat Science (Ciencia de la Carne) decidió enfocarse en la historia desde el punto de vista del consumidor, ya que a su parecer, cada consumidor es un paciente y vice-versa en algún momento del futuro, pero las enfermedades crónicas no tienen por qué ser una consecuencia invariable del envejecimiento.
Aunque la evidencia de la relación entre el riesgo de padecer, al menos, cáncer colorrectal y el consumo de carnes animales procesadas no se puede negar, sugieren más investigación. Por ejemplo, compara el riesgo de consumir carne animal con otras prácticas de riesgo como beber alcohol, falta de actividad física, obesidad y fumar. Comparado con el cáncer de pulmón y fumar, tal vez la carne no parezca tan mala.
Pero los consumidores probablemente ni siquiera sepan de las guías de prevención del cáncer. Los consumidores, hoy en día, están saturados de información. Es por ello que probablemente la divulgación de la actualización del cáncer colorrectal desaparezca en esta nube de información. Y aunque los consumidores la vean, la industria de los cárnicos no cree que les importe demasiado.
Ya que para muchos consumidores en occidente el papel de la salubridad, aunque importante, no se acerca al de la satisfacción del sabor en su decisión final sobre la carne animal o productos cárnicos. Es por ello cuestionable que las recomendaciones actualizadas basadas en los efectos cancerígenos del consumo de carne animal genere cambios sustanciales en el comportamiento de los consumidores.
Doctores y profesionales de la nutrición alimentan esta actitud condescendiente de que a la gente no le importa lo suficiente su salud como para cambiar. Este artículo, de una revista líder en nutrición, se mofó de la idea de que la gente pudiera cambiar a una “dieta prudente”, reduciendo el consumo de proteína y grasa animal, sin importar cuánto cáncer pudiera prevenir. Las probabilidades de reducir el consumo de grasas, alimentos ricos en proteínas, o cualquier otro alimento en una medida significativa para evitar cáncer de colon son virtualmente nulas. Por ejemplo, considera la enfermedad cardíaca. Sabemos que podemos prevenir y tratar la enfermedad cardíaca con el mismo tipo de dieta, pero el público simplemente no lo hará. “La dieta”, dicen, “perdería demasiada palatabilidad”.
La gran palatabilidad del jamón, en otras palabras, sobrepasa ampliamente otras consideraciones, aunque la salud y el bienestar son factores cada vez de mayor importancia en las decisiones del consumidor. Este artículo de 1998 de Meat Science temía que a menos que comer carne animal se vuelva compatible con alimentarse íntegra y sanamente, será relegada a un rol más pequeño en la dieta de los países desarrollados durante la próxima década. Su predicción no se cumplió. Aquí están los datos del consumo de carne por persona de los últimos 30 años: subiendo, subiendo. 1998 fue cuando se publicó el artículo en Meat Science, preocupándose sobre el consumo de carne animal en la próxima década. Sin embargo, el consumo de carne aumentó aún más, pero después pareció estancarse, antes de caer en picado. El consumo de carne descendió alrededor de un 10% en los últimos años. Millones de estadounidenses están reduciendo el consumo de carne.
Por lo que no me digan que la gente no está dispuesta a cambiar de dieta. A pesar de ello, continuamos teniendo recomendaciones dietéticas y guías diluidas, porque las autoridades se preguntan a sí mismas: qué tipo de cambios dietéticos podrían ser aceptables para el público, en vez de decirnos lo que dice la mejor ciencia disponible y dejar que decidamos por nosotros mismos como alimentarnos y como alimentar a nuestras familias.
Para ver los gráficos, gráficos, imágenes y citas a las que el Dr. Greger se refiere, ve el vídeo anterior. Esto es sólo una aproximación del audio aportada por Katie Schloer. Traducción y edición de Aitor Arsauga y Adrián Bravo López.
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- enfermedades crónicas
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- medicina del estilo de vida
- obesidad
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La palatabilidad de la prevención del cáncer
LicenciaCreative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International (CC BY-NC 4.0)
URLNota del Doctor
¿Cuánto cáncer causa la carne animal del almuerzo? Buena pregunta, ve el video.
Actualización: en 2022 publiqué dos nuevos videos sobre el cáncer y las carnes procesadas, aquí los tienes: La IARC y cómo la carne procesada como el tocino causa cáncer y ¿Cuánto cáncer causa la carne procesada?
¿Puede extender la vida simplemente el reducir la ingesta de carne? Descúbrelo en ¿Viven más los flexitarianos? Para una vista general sobre la prevención del cáncer, ve Cómo no morir de cáncer.
Creo que el papel de las autoridades de la salud es compartir con los pacientes los pros y los contras de todas las opciones y dejar que los pacientes, sus familias, y sus médicos decidan juntos qué es mejor para ellos. Por ejemplo, ve:
- Tratamiento de la enfermedad cardiaca de total acuerdo
- Dieta óptima: dímelo claramente, doctor
- Los doctores pueden no estar usando su herramienta más importante
- Los beneficios reales de la dieta en comparación con los fármacos
- ¿Qué dieta deberían recomendar los doctores?
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