El sodio y la función arterial: a-sal-tando nuestro endotelio

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Una comida salada puede empeorar la función arterial en 30 minutos al restringir a una encima antioxidante fundamental para la desintoxicación del cuerpo.

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Si hiciésemos que la gente siguiese una dieta baja en sodio, en la que consumen solo dos veces más de la cantidad que necesitan en lugar de la cantidad habitual (que sería cinco veces más), podríamos obtener mejoras significativas en su función arterial. Cuanto menor es el consumo de sal, mejor es la función arterial, lo que sugiere que su reducción tiene un efecto cardioprotector que va más allá de la reducción de la presión arterial. Eso sí, esto sucedió tras reducir la ingesta de sal de varias personas una cucharilla al día durante aproximadamente dos semanas. ¿Qué pasaría si solo redujésemos nuestro consumo de sal en media cucharilla diaria? Incluso así obtendríamos una mejora significativa en nuestras arterias, tan solo dos días después de la disminución, o incluso después de una sola comida.

Una comida rica en sodio, es decir, con la “cantidad típica de sal que consumimos normalmente, puede reducir considerablemente la [función arterial] en 30 [minutos]”. En el video se puede ver lo que sucede 30, 60, 90 y 120 minutos después de una comida con una sola pizca de sal, en comparación con lo que sucede después de la misma comida, pero con un cuarto de cucharilla de sal. Básicamente, se produce una disminución substancial de la función arterial. Ahora bien, ¿esto se suma al pico de tensión arterial provocado por la sal o es una consecuencia de este?

Si les das a personas con una tensión arterial normal un plato de sopa con la cantidad de sal de una comida normal, su presión sanguínea aumentaría durante las siguientes tres horas, en comparación con la misma sopa sin sal añadida. Claro que esto no le ocurre a todo el mundo; solo es la respuesta media. Algunas personas son resistentes a los efectos de la sal en su tensión arterial; ¿qué pasaría si se repitiese el experimento anterior con ellos? Pues que tu ensayo se titula (*alerta spoilers*): “Una ingesta alta de sodio perjudica la dilatación del endotelio en personas sanas resistentes a la sal”. Sí, incluso las personas cuya tensión arterial no se ve afectada por la ingesta de sal experimentan una empeora significativa en la función arterial. Por lo tanto, la sal daña nuestras arterias independientemente de cualquier efecto sobre la tensión arterial, y dicho daño comienza pocos minutos después de que entre por nuestra boca, tanto para nuestras arterias principales como para nuestros diminutos vasos sanguíneos.

Se puede medir el flujo sanguíneo de los diminutos vasos de la piel mediante una flujometría por láser Doppler. Se puede ver el flujo de sangre al inicio del estudio. Calentaron la piel para que los vasos sanguíneos se dilatasen; por eso mismo nos ponemos rojos cuando entramos en contacto con agua caliente. De esta manera aumenta el flujo sanguíneo, pero eso solo ocurre con una dieta baja en sodio. Con una dieta rica en sodio se empieza igual, pero después del mismo calentamiento hay menor flujo sanguíneo. Las arterias no pueden dilatarse de la misma manera con este tipo de dieta, a menos que inyectemos vitamina C en la piel. Esto parece revertir la inhibición en el funcionamiento de los vasos sanguíneos.

Si un antioxidante revierte el efecto de la sal, entonces puede que la sal nos perjudique a través del estrés oxidativo, la formación de radicales libres en nuestro torrente sanguíneo. La pregunta es, ¿cómo? Existe una enzima en nuestro organismo que es capaz de desintoxicar un millón de radicales libres por segundo (¡!), las 24 horas del día, siete días a la semana. En comparación con una dieta baja en sodio, una dieta rica en sal inhibe los poderosos efectos desintoxicantes de esta enzima. Esto podría ayudar a explicar por qué nuestra función arterial empeora tanto con el consumo de sal. El exceso de radicales libres podría estar incapacitando a nuestras arterias si nuestras enzimas antioxidantes se ven paralizadas por la sal. Entonces, si neutralizásemos esos radicales libres adicionales mediante la inyección de vitamina C en el torrente sanguíneo, la función de las arterias volvería a la normalidad. Por otra parte, si introdujésemos vitamina C en las venas de una persona con una dieta baja en sodio no pasaría nada, ya que sus enzimas antioxidantes ya se estarían ocupando del asunto al no haber sido “amordazadas” por el sodio presente en una dieta estándar.

Mientras que el potasio presente en frutas y verduras ablanda las células que recubren nuestras arterias y aumenta la liberación de óxido nítrico, que permite que nuestras arterias se relajen, el sodio en la sangre endurece las células que recubren las arterias en cuestión de minutos y reduce la liberación de dicho óxido. Cuanta más sal, menor es la producción de óxido nítrico. Con una sola comida salada no solo aumenta nuestra tensión arterial, sino que provoca que nuestras arterias se endurezcan, literalmente. Por eso ya hace 4000 años que nos dimos cuenta de que el exceso de sal es malo para nosotros. Quizá no necesitemos ensayos doble ciegos, ni hacer seguimientos durante una década: solo tenemos que darle a cualquier persona unas patatas fritas y tomarle el pulso.

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, visita el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio realizada por Katie Schloer. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Gabriela Malamud y Viviana Garcia. La revisión de la traducción ha sido llevada a cabo por Leire Rosado. Segunda revisión hecha por Ángela Graña Varela.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Agradecimientos imágenes: condesign vía Pixabay.

Si hiciésemos que la gente siguiese una dieta baja en sodio, en la que consumen solo dos veces más de la cantidad que necesitan en lugar de la cantidad habitual (que sería cinco veces más), podríamos obtener mejoras significativas en su función arterial. Cuanto menor es el consumo de sal, mejor es la función arterial, lo que sugiere que su reducción tiene un efecto cardioprotector que va más allá de la reducción de la presión arterial. Eso sí, esto sucedió tras reducir la ingesta de sal de varias personas una cucharilla al día durante aproximadamente dos semanas. ¿Qué pasaría si solo redujésemos nuestro consumo de sal en media cucharilla diaria? Incluso así obtendríamos una mejora significativa en nuestras arterias, tan solo dos días después de la disminución, o incluso después de una sola comida.

Una comida rica en sodio, es decir, con la “cantidad típica de sal que consumimos normalmente, puede reducir considerablemente la [función arterial] en 30 [minutos]”. En el video se puede ver lo que sucede 30, 60, 90 y 120 minutos después de una comida con una sola pizca de sal, en comparación con lo que sucede después de la misma comida, pero con un cuarto de cucharilla de sal. Básicamente, se produce una disminución substancial de la función arterial. Ahora bien, ¿esto se suma al pico de tensión arterial provocado por la sal o es una consecuencia de este?

Si les das a personas con una tensión arterial normal un plato de sopa con la cantidad de sal de una comida normal, su presión sanguínea aumentaría durante las siguientes tres horas, en comparación con la misma sopa sin sal añadida. Claro que esto no le ocurre a todo el mundo; solo es la respuesta media. Algunas personas son resistentes a los efectos de la sal en su tensión arterial; ¿qué pasaría si se repitiese el experimento anterior con ellos? Pues que tu ensayo se titula (*alerta spoilers*): “Una ingesta alta de sodio perjudica la dilatación del endotelio en personas sanas resistentes a la sal”. Sí, incluso las personas cuya tensión arterial no se ve afectada por la ingesta de sal experimentan una empeora significativa en la función arterial. Por lo tanto, la sal daña nuestras arterias independientemente de cualquier efecto sobre la tensión arterial, y dicho daño comienza pocos minutos después de que entre por nuestra boca, tanto para nuestras arterias principales como para nuestros diminutos vasos sanguíneos.

Se puede medir el flujo sanguíneo de los diminutos vasos de la piel mediante una flujometría por láser Doppler. Se puede ver el flujo de sangre al inicio del estudio. Calentaron la piel para que los vasos sanguíneos se dilatasen; por eso mismo nos ponemos rojos cuando entramos en contacto con agua caliente. De esta manera aumenta el flujo sanguíneo, pero eso solo ocurre con una dieta baja en sodio. Con una dieta rica en sodio se empieza igual, pero después del mismo calentamiento hay menor flujo sanguíneo. Las arterias no pueden dilatarse de la misma manera con este tipo de dieta, a menos que inyectemos vitamina C en la piel. Esto parece revertir la inhibición en el funcionamiento de los vasos sanguíneos.

Si un antioxidante revierte el efecto de la sal, entonces puede que la sal nos perjudique a través del estrés oxidativo, la formación de radicales libres en nuestro torrente sanguíneo. La pregunta es, ¿cómo? Existe una enzima en nuestro organismo que es capaz de desintoxicar un millón de radicales libres por segundo (¡!), las 24 horas del día, siete días a la semana. En comparación con una dieta baja en sodio, una dieta rica en sal inhibe los poderosos efectos desintoxicantes de esta enzima. Esto podría ayudar a explicar por qué nuestra función arterial empeora tanto con el consumo de sal. El exceso de radicales libres podría estar incapacitando a nuestras arterias si nuestras enzimas antioxidantes se ven paralizadas por la sal. Entonces, si neutralizásemos esos radicales libres adicionales mediante la inyección de vitamina C en el torrente sanguíneo, la función de las arterias volvería a la normalidad. Por otra parte, si introdujésemos vitamina C en las venas de una persona con una dieta baja en sodio no pasaría nada, ya que sus enzimas antioxidantes ya se estarían ocupando del asunto al no haber sido “amordazadas” por el sodio presente en una dieta estándar.

Mientras que el potasio presente en frutas y verduras ablanda las células que recubren nuestras arterias y aumenta la liberación de óxido nítrico, que permite que nuestras arterias se relajen, el sodio en la sangre endurece las células que recubren las arterias en cuestión de minutos y reduce la liberación de dicho óxido. Cuanta más sal, menor es la producción de óxido nítrico. Con una sola comida salada no solo aumenta nuestra tensión arterial, sino que provoca que nuestras arterias se endurezcan, literalmente. Por eso ya hace 4000 años que nos dimos cuenta de que el exceso de sal es malo para nosotros. Quizá no necesitemos ensayos doble ciegos, ni hacer seguimientos durante una década: solo tenemos que darle a cualquier persona unas patatas fritas y tomarle el pulso.

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, visita el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio realizada por Katie Schloer. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Gabriela Malamud y Viviana Garcia. La revisión de la traducción ha sido llevada a cabo por Leire Rosado. Segunda revisión hecha por Ángela Graña Varela.

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Esta información es parte de una serie de videos sobre la sal, en la que intento acabar de una vez por todas con los mitos y “controversias” sobre el consumo de sal: 

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