Tofu, leche de soja, miso, tempeh, edamame, estos y otros productos, incluyendo el frijol de soja mismo, son tan ricos en nutrientes que tienden a asociarse con otras legumbres, al contener fibra, hierro, magnesio, potasio, proteína y zinc.

Los frijoles de soja, contienen de manera natural una clase de fitoestrógenos llamados isoflavonas. La gente escucha “estrógeno” en la palabra “fitoestrógeno” y supone que significa que la soja tiene efectos estrogénicos. No necesariamente.

El estrógeno tiene efectos positivos en ciertos tejidos y potencialmente negativos en otros. Por ejemplo, los altos niveles de estrógeno pueden ser buenos para los huesos, pero pueden incrementar la probabilidad de desarrollar cáncer de mama. Idealmente, te gustaría tener en tu cuerpo lo que se llama “modulador selectivo de los receptores de estrógeno”, que tendría los efectos proestrogénicos en algunos tejidos y antiestrogénicos en otros. Bueno, eso es lo que los fitoestrógenos en la soja aparentan ser. La soja parece reducir el riesgo de cáncer de mama, un efecto antiestrogénico, pero también puede reducir los bochornos característicos de la menopausia. Así que, al consumir soja, puedes ser capaz de disfrutar de lo mejor de ambos mundos.

¿Y qué sucede con la soja en las mujeres con cáncer de mama? Los investigadores generalmente han demostrado que las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama que comieron la mayor cantidad de soja, vivieron significativamente más y tuvieron significativamente menos riesgo de recurrencia de cáncer que aquellas que comieron menos soja. La cantidad de fitoestrógenos contenida en solo una taza de leche de soja puede reducir el riesgo de retorno del cáncer en un 25%. Las mejoras en la supervivencia de aquellas que comieron más alimentos de soja fueron tanto en mujeres cuyos tumores fueron sensibles al estrógeno (cáncer de mama con receptores de estrógeno positivos) como en  aquellas cuyos tumores no fueron sensibles al estrógeno (cáncer de mama con receptores de estrógeno negativos). Esto también es válido tanto para mujeres jóvenes como para las de edad avanzada. En un estudio, por ejemplo, 90% de las pacientes con cáncer de mama, que comieron la mayor cantidad de fitoestrógenos de la soja después del diagnóstico, aún estaban vivas cinco años después, mientras que la mitad de aquellas que comían poca soja habían muerto.

También se ha demostrado el beneficio del consumo de soja para nuestros riñones, que parecen asimilar la proteína de soja de manera muy diferente a la proteína de origen animal. Unas horas después de comer carne, nuestros riñones se aceleran a un modo de hiperfiltración, pero, una cantidad equivalente de proteína vegetal no ocasiona prácticamente ningún estrés notorio en los riñones. Come algo de atún y dentro de tres horas la tasa de filtración de tus riñones se puede disparar hasta un 36%, pero el come la misma cantidad de proteína en forma de tofu, parece no ejercer ninguna presión adicional sobre los riñones.

 

Traducción: Diana Montejano. Edición: Viviana Garcia

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