Los niños de California están contaminados

Recientemente las dietas de los niños de California, de dos a siete años, se analizaron para determinar los efectos cancerígenos y no-cancerígenos en la salud al exponerse a contaminantes en alimentos. Los alimentos pueden ser la principal vía de exposición a metales pesados tóxicos, contaminantes persistentes, y pesticidas. Aunque los contaminantes tóxicos procedentes de alimentos son una preocupación para todas las edades, son de mayor preocupación para los niños, quienes se ven afectados de manera desproporcionada al estar todavía en desarrollo e ingieren mayor cantidad de alimentos y líquidos en relación con su peso. Problemas pediátricos que han sido vinculados a exposiciones de toxinas ambientales prevenibles incluyen cáncer, asma, envenenamiento por plomo, trastornos neuroconductuales, dificultades de aprendizaje y desarrollo, y defectos de nacimiento. 

Pero la buena noticia es que, cambiando la dieta, se puede cambiar la exposición que uno tiene. Una dieta rica en pescado y productos de origen animal, por ejemplo, conlleva una mayor exposición a contaminantes persistentes, como el DDT y las dioxinas, y a metales pesados, que una dieta basada en plantas, porque estos compuestos se bioacumulan cuanto más subimos en la cadena alimentaria, y las plantas están en la parte más baja de la cadena alimentaria. Pero esta muestra de niños de California no estaba comiendo una dieta basada en plantas. Los niveles de referencia para el cáncer fueron excedidos por todos los 364 niños en arsénico, dieldrina (un pesticida prohibido), DDE (un metabolito del DDT), y dioxinas. 

Los niños excedieron los niveles de seguridad por un margen mayor que los adultos. Esto es especialmente preocupante para los niños porque se sospecha que todos estos compuestos son disruptores endocrinos y por lo tanto pueden afectar un desarrollo normal. Los índices de riesgo de cáncer se superaron por encima de un factor de 100 para el arsénico y las dioxinas. 

¿Qué alimentos fueron los peores? Para los preescolares, la fuente alimenticia número 1 de arsénico eran los productos avícolas, y para sus padres era el atún.  La fuente número 1 de plomo eran los productos lácteos, y de mercurio eran los animales marinos. Y la fuente número 1 de pesticidas y dioxinas prohibidas fueron los productos lácteos. No separaron los grupos por género, pero un estudio similar en Europa encontró que los hombres tenían niveles más altos de algunos de estos contaminantes que las mujeres. Por ejemplo, los niveles de clordano (un pesticida prohibido). Pero las mujeres que nunca amamantaron estaban al mismo nivel que los hombres,mientras que los niveles más bajos fueron encontrados en mujeres que amamantaron durante más de 12 meses. Por lo tanto, es probable que la reducción relacionada con la lactancia en los niveles de contaminantes en la sangre explique parcialmente la menor carga corporal  entre las mujeres, en comparación con los hombres. Así que las vacas pueden reducir sus niveles al darnos parte a nosotros, y luego se lo pasamos a nuestros hijos. 

¿Qué efectos no-cancerígenos podrían tener  algunos de estos contaminantes?  Pueden afectar el sistema inmune. Los estudios demuestran claramente la capacidad de las dioxinas y compuestos relacionados de tener un efecto de larga duración y perjudicial sobre la función inmune. Esto se manifiesta en una mayor incidencia de infecciones respiratorias, infecciones del oído, tos ,y dolor de garganta. Al principio, la mayor parte de los datos estaban relacionados con la infancia, pero ahora tenemos estudios de seguimiento que muestran que los efectos inmunosupresores de estas toxinas pueden persistir en la niñez, por lo que debemos intentar reducir nuestra exposición.  Debido a que estos contaminantes se acumulan en la grasa animal, consumir una dieta basada en plantas, y disminuir el consumo de carne, productos lácteos, y pescado, puede reducir la exposición tanto para niños como para adultos. 

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Ariel Levitsky. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Santiago Velasquez y Adrián Bravo López.

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• R Vogt, D Bennett, D Cassady, J Frost, B Ritz, I Hertz-Picciotto. Cancer and non-cancer health effects from food contaminant exposures for children and adults in California: A risk assessment. Environ Health. 2012 11:83.
• B Winans, M C Humble, B P Lawrence. Environmental toxicants and the developing immune system: A missing link in the global battle against infectious disease? Reprod Toxicol. 2011 31(3):327 – 336.
• S B Stolevik, U C Nygaard, E Namork, M Haugen, H E Kvalem, H M Meltzer, J Alexander, J H M van Delft, H van Loveren, M Lovik, B Granum. Prenatal exposure to polychlorinated biphenyls and dioxins is associated with increased risk of wheeze and infections in infants. Food Chem Toxicol. 2011 49(8):1843 – 1848.
• Bjermo H, Darnerud PO, Lignell S, Pearson M, Rantakokko P, Nälsén C, Enghardt Barbieri H, Kiviranta H, Lindroos AK, Glynn A. Fish intake and breastfeeding time are associated with serum concentrations of organochlorines in a Swedish population. Environ Int. 2013 Jan;51:88-96.

Imágenes gracias a Crossett Library Bennington College vía Flickr.

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