En las dos décadas entre 1990 y 2010 la principal causa de muerte y discapacidad ha permanecido relativamente constante. La enfermedad cardíaca sigue siendo la principal causa de pérdida de la salud y de la vida, pero entre las enfermedades cuya incidencia ha aumentado más, en la última generación, se encuentra la enfermedad renal crónica.

El número de muertes se ha duplicado.

Nuestra alimentación a base de carne y azúcar está relacionada con este incremento. El exceso en el consumo de azúcar común y jarabe de maíz de alta fructosa está asociado al incremento de la presión arterial y los niveles de ácido úrico y ambos pueden causar daño en el riñón. La grasa saturada, la grasa trans y el colesterol que se encuentra en productos de origen animal y en la comida chatarra están también asociados a la función renal deficiente y la proteína de la carne incrementa también la carga del ácido a los riñones, incrementando así la producción de amoniaco y dañando potencialmente el tejido sensible del riñón. Esta es la razón por la cual la restricción del consumo de proteína se le recomienda comúnmente a pacientes con enfermedad renal crónica para prevenir el futuro deterioro funcional.

¿Es igual toda la proteína? No, no toda la proteína tiene el mismo efecto sobre nuestros riñones. Nuestros riñones parecen asimilar la proteína vegetal de forma muy diferente a la proteína de origen animal. Unas horas después del consumo de carne, nuestros riñones se aceleran a modo de hiperfiltración, incrementando dramáticamente la carga de trabajo de nuestros riñones. Esto es con las proteínas de origen animal: carne, pollo, incluso el pescado parecen tener efectos similares. Pero una cantidad equivalente de proteína vegetal prácticamente no genera un estrés evidente en los riñones. Dentro de las tres horas siguientes al consumo de atún, la tasa de filtración de tus riñones se puede disparar un 36%. Pero comer la misma cantidad de proteína en forma de tofu no parece incrementar la sobrecarga de los riñones.

¿Por qué la proteína animal causa esta reacción de sobrecarga mientras que la proteína vegetal no lo hace? Los investigadores descubrieron que al dar a personas un potente medicamento antiinflamatorio junto con proteína de origen animal, la respuesta de hiperfiltración desaparecía, sugiriendo que la respuesta hiperactiva es causada por la inflamación.

La proteína de origen animal también puede desempeñar un rol en el riesgo de desarrollo de cáncer. El factor de crecimiento insulínico tipo 1 o IGF-1 es una hormona que promueve el cáncer y que se libera en exceso cuando comemos proteína de origen animal. Esta es, presumiblemente, la causa por la cual quienes consumen menos proteína de la carne, de las claras de huevos o de los lácteos tienen significativamente menos cantidad circulando por su cuerpo a las pocas semanas de hacer el cambio de alimentación. Se piensa que esta disminución en los niveles de IGF-1 es la razón por la cual la sangre de hombres y mujeres que tienen una alimentación a base de vegetales suprime el crecimiento de cáncer de próstata y cáncer de mama in vitro significativamente mejor que la de quienes  consumen la dieta estadounidense estándar.

 

Traducción: Diana Montejano. Edición: Viviana Garcia

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