¿Podrían las lectinas ayudarnos a explicar por qué hay menor tasa de cáncer en personas que consumen más legumbres y cereales integrales?
¿Son buenas o malas las lectinas?
A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.
Las lectinas son las culpables del gran “incidente de los frijoles blancos” que tuvo lugar en Japón en 2006. Un sábado por la noche, un programa de televisión reveló un método nuevo para perder peso. Era un método muy sencillo: todo lo que había que hacer era tostar en una sartén frijoles blancos, secos y crudos, durante tres minutos; para luego triturarlos y espolvorearlos sobre arroz. En tan solo unos días, mil personas enfermaron. Algunas incluso terminaron en el hospital, debido a graves diarreas y vómitos. ¿Pero, por qué? Intoxicación por lectinas. No podemos eliminar la toxicidad de las lectinas de los frijoles blancos con tan solo someterlos a calor seco durante tres minutos. Si no los hemos puesto en remojo previamente, tendríamos que hervir los frijoles de tamaño grande durante al menos una hora para conseguir eliminar del todo las lectinas. Si los dejamos en remojo por la noche, el 98 por ciento de las lectinas habrá desaparecido tras hervirlos durante tan solo 15 minutos, y el cien por cien si los hervimos media hora, como puedes ver en el minuto 0:44 de mi video. De hecho, cuando los investigadores hicieron pruebas con los frijoles blancos, concluyeron que tostarlos durante tres minutos no hacía nada. Con razón pasó lo que pasó. Sin embargo, al hervir los frijoles durante tres minutos, el 95 por ciento de las lectinas desaparecía; y al hervirlos durante diez minutos, las lectinas desaparecían en su totalidad. Como era de esperar, “una de las advertencias que se hace en Japón es la de no consumir frijoles crudos para prevenir problemas intestinales”, y ahora sabemos por qué.
Los frijoles de lata no suelen contener lectinas, ya que estas son eliminadas durante el proceso de enlatado. Sin embargo, parece que en el caso de los frijoles rojos no se consiguen eliminar por completo, aunque los residuos son tan escasos que no llegan a causar intoxicación. Es irónico, pero parece que “las lectinas, en pequeñas dosis, podrían resultar beneficiosas; y pueden incluso desempeñar una función importante en la estimulación de la función intestinal, la limitación del crecimiento de tumores y la mejora de la obesidad”. ¿Qué? Pensaba que las lectinas eran tóxicas.
Mientras que muchos han estado especulando sobre lo dañinas que pueden ser las lectinas presentes en los alimentos, otros han llegado a la conclusión de que podrían tener un papel protector. “Si esta hipótesis es cierta, se podrían administrar lectinas por vía oral para prevenir (y tal vez tratar) el cáncer de colon”. O, claro, también podemos consumir legumbres directamente.
El supuesto efecto antitumoral que tienen las lectinas presentes en las plantas empezó a cobrar interés en 1963, cuando se descubrió que las lectinas podían distinguir entre células cancerosas y células normales. Los investigadores del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, encontraron una sustancia en el germen de trigo —la lectina presente en el trigo integral— que parecía ser “específica de las células tumorales”. Lo que hacía esta sustancia era agrupar las células tumorales e ignorar por completo a las células normales. Es tan específica que, de hecho, con tan solo tomar una muestra fecal, se puede predecir con gran eficacia si una persona tiene pólipos o cáncer, basándonos únicamente en si las lectinas se han adherido a las células de la pared que recubre el colon y, por consiguiente, parte de ellas se habría desprendido de la pared intestinal y adherido a las heces a su paso.
Posteriormente, se descubrió que las lectinas no solo podían distinguir entre estos dos tipos de células, sino que también eran capaces de eliminar células cancerosas, a la vez que ignoraban en gran medida a las células normales. Por ejemplo, se pudo ver que esas mismas lectinas de los frijoles blancos, como se muestra en el minuto 2:53 de mi video, en tan solo tres días, frenaban casi en su totalidad el crecimiento de células cancerosas de cabeza y cuello en humanos, así como células cancerosas de hígado, mama y cérvix; aunque para esto se utilizó una placa de Petri. Estos estudios llevados a cabo en placas de Petri son la principal fuente de pruebas existentes acerca de la actividad antitumoral que tienen las lectinas presentes en las plantas. ¿Cómo sabemos siquiera si nuestro cuerpo absorbe las lectinas de los alimentos?
Un ejemplo de ello es el cáncer colorrectal. El hecho de que las lectinas sean capaces de erradicar las células cancerosas del colon en una placa de Petri puede tener gran relevancia, ya que las lectinas que consumimos pueden entrar en contacto con las células cancerosas o precancerosas del colon, lo que “nos proporciona un mecanismo” por el cual el consumo de frijoles puede servir de ayuda en “la prevención y tratamiento del cáncer colorrectal”. Pero es mucho más prometedor el hecho de que exista la posibilidad de que estas células cancerosas se restauren. La “pérdida de la capacidad de diferenciación y la invasión son las características histológicas distintivas de las células malignas”, lo que quiere decir que, cuando una célula normal se transforma en cancerosa, tiende a perder sus funciones especializadas. Las células del cáncer de mama se vuelven distintas a las células que hay normalmente en las mamas, y lo mismo ocurre con las células del cáncer de colon. Lo que demostraron estos investigadores —por primera vez— es que las lectinas presentes en los frijoles tenían la capacidad de adherirse a las células cancerosas del colon y restaurarlas, y hacer así que se parecieran más a las células normales del colon. Como puedes ver en el minuto 4:13 de mi video, antes de someter a las células cancerosas a las lectinas de los frijoles, estas estaban multiplicándose y formando grupos deformes. Pero, tras haber estado expuestas a las lectinas de los frijoles durante dos semanas, esas mismas células cancerosas comenzaron a desarrollar estructuras glandulares típicas del tejido del colon. Por lo tanto, las lectinas, tanto si vienen de los alimentos como en forma de fármaco, “podrían frenar la evolución del cáncer de colon”, lo que puede ayudarnos a explicar por qué el consumo de frijoles, arvejas partidas, garbanzos y lentejas parece estar asociado con un menor riesgo de padecer cáncer colorrectal, según 14 estudios en los que participaron casi dos millones de personas. Hasta aquí bien, pero ¿qué ocurre con los cánceres que se dan fuera del tracto digestivo?
“Aunque los alimentos ricos en lectinas”, como las legumbres y los cereales integrales, “se consuman con frecuencia cocinados o procesados, es posible que las lectinas no lleguen siempre a eliminarse… Por ejemplo, se han detectado lectinas en maníes tostados…”. Los maníes son legumbres, y no suelen comerse cocidos, sino tostados o incluso crudos. ¿Tiene nuestro cuerpo la capacidad de absorber lectinas? Sí. Como puedes ver en el minuto 5:12 de mi video, a la mayoría de las personas se les puede detectar la lectina del maní en la sangre en menos de una hora después de haber consumido maníes crudos o tostados. Lo mismo ocurre con los tomates. Parte de las lectinas no tóxicas de los tomates llega al intestino y a la sangre. Sin embargo, parece ser que la aglutinina de germen de trigo –la lectina del trigo conocida como AGT– no llega hasta nuestra sangre, incluso tras consumir la cantidad de germen de trigo equivalente a la que habría en 80 rebanadas de pan. Y, de todas formas, si lo que se consume es pasta o algo parecido, las lectinas suelen desaparecer al hervirlas durante el proceso de cocción.
En lo que se refiere a fitoquímicos en la lucha contra el cáncer, las lectinas son capaces de “resistir la digestión, lo que produce una biodisponibilidad alta”, y esto, a su vez, permite que “los mecanismos celulares del portador hagan uso de todo el potencial de […] los extraordinarios beneficios contra el cáncer” que las lectinas pueden brindarnos. Sin embargo, estos beneficios extraordinarios aún tienen que demostrarse en personas. Sí sabemos, sin embargo, que, según estudios poblacionales, “el consumo de una dieta a base de plantas está altamente asociado con un menor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer”. Puede que las personas que siguen dietas basadas en plantas estén consumiendo menos carcinógenos, pero también es verdad que las plantas están repletas de componentes activos que parecen proteger contra la “iniciación, promoción y progresión” del cáncer. Así que tal vez las lectinas sean uno de esos componentes protectores. Se sabe que, por lo general, las personas que consumen más legumbres y cereales integrales suelen ser menos propensas a desarrollar cáncer, pero no se sabe exactamente por qué. Y podríamos decir: ¿y qué más da el por qué? Pues bien, a las grandes empresas farmacéuticas sí que les importa. La comida saludable no genera tanto dinero como “los fármacos elaborados a partir de lectinas”.
La traducción de este contenido ha sido realizada por Elisabel Gómez.
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Crédito de la imagen: Kristina DeMuth. La imagen ha sido modificada.
Gráficos por Avocado Video.
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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.
Las lectinas son las culpables del gran “incidente de los frijoles blancos” que tuvo lugar en Japón en 2006. Un sábado por la noche, un programa de televisión reveló un método nuevo para perder peso. Era un método muy sencillo: todo lo que había que hacer era tostar en una sartén frijoles blancos, secos y crudos, durante tres minutos; para luego triturarlos y espolvorearlos sobre arroz. En tan solo unos días, mil personas enfermaron. Algunas incluso terminaron en el hospital, debido a graves diarreas y vómitos. ¿Pero, por qué? Intoxicación por lectinas. No podemos eliminar la toxicidad de las lectinas de los frijoles blancos con tan solo someterlos a calor seco durante tres minutos. Si no los hemos puesto en remojo previamente, tendríamos que hervir los frijoles de tamaño grande durante al menos una hora para conseguir eliminar del todo las lectinas. Si los dejamos en remojo por la noche, el 98 por ciento de las lectinas habrá desaparecido tras hervirlos durante tan solo 15 minutos, y el cien por cien si los hervimos media hora, como puedes ver en el minuto 0:44 de mi video. De hecho, cuando los investigadores hicieron pruebas con los frijoles blancos, concluyeron que tostarlos durante tres minutos no hacía nada. Con razón pasó lo que pasó. Sin embargo, al hervir los frijoles durante tres minutos, el 95 por ciento de las lectinas desaparecía; y al hervirlos durante diez minutos, las lectinas desaparecían en su totalidad. Como era de esperar, “una de las advertencias que se hace en Japón es la de no consumir frijoles crudos para prevenir problemas intestinales”, y ahora sabemos por qué.
Los frijoles de lata no suelen contener lectinas, ya que estas son eliminadas durante el proceso de enlatado. Sin embargo, parece que en el caso de los frijoles rojos no se consiguen eliminar por completo, aunque los residuos son tan escasos que no llegan a causar intoxicación. Es irónico, pero parece que “las lectinas, en pequeñas dosis, podrían resultar beneficiosas; y pueden incluso desempeñar una función importante en la estimulación de la función intestinal, la limitación del crecimiento de tumores y la mejora de la obesidad”. ¿Qué? Pensaba que las lectinas eran tóxicas.
Mientras que muchos han estado especulando sobre lo dañinas que pueden ser las lectinas presentes en los alimentos, otros han llegado a la conclusión de que podrían tener un papel protector. “Si esta hipótesis es cierta, se podrían administrar lectinas por vía oral para prevenir (y tal vez tratar) el cáncer de colon”. O, claro, también podemos consumir legumbres directamente.
El supuesto efecto antitumoral que tienen las lectinas presentes en las plantas empezó a cobrar interés en 1963, cuando se descubrió que las lectinas podían distinguir entre células cancerosas y células normales. Los investigadores del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, encontraron una sustancia en el germen de trigo —la lectina presente en el trigo integral— que parecía ser “específica de las células tumorales”. Lo que hacía esta sustancia era agrupar las células tumorales e ignorar por completo a las células normales. Es tan específica que, de hecho, con tan solo tomar una muestra fecal, se puede predecir con gran eficacia si una persona tiene pólipos o cáncer, basándonos únicamente en si las lectinas se han adherido a las células de la pared que recubre el colon y, por consiguiente, parte de ellas se habría desprendido de la pared intestinal y adherido a las heces a su paso.
Posteriormente, se descubrió que las lectinas no solo podían distinguir entre estos dos tipos de células, sino que también eran capaces de eliminar células cancerosas, a la vez que ignoraban en gran medida a las células normales. Por ejemplo, se pudo ver que esas mismas lectinas de los frijoles blancos, como se muestra en el minuto 2:53 de mi video, en tan solo tres días, frenaban casi en su totalidad el crecimiento de células cancerosas de cabeza y cuello en humanos, así como células cancerosas de hígado, mama y cérvix; aunque para esto se utilizó una placa de Petri. Estos estudios llevados a cabo en placas de Petri son la principal fuente de pruebas existentes acerca de la actividad antitumoral que tienen las lectinas presentes en las plantas. ¿Cómo sabemos siquiera si nuestro cuerpo absorbe las lectinas de los alimentos?
Un ejemplo de ello es el cáncer colorrectal. El hecho de que las lectinas sean capaces de erradicar las células cancerosas del colon en una placa de Petri puede tener gran relevancia, ya que las lectinas que consumimos pueden entrar en contacto con las células cancerosas o precancerosas del colon, lo que “nos proporciona un mecanismo” por el cual el consumo de frijoles puede servir de ayuda en “la prevención y tratamiento del cáncer colorrectal”. Pero es mucho más prometedor el hecho de que exista la posibilidad de que estas células cancerosas se restauren. La “pérdida de la capacidad de diferenciación y la invasión son las características histológicas distintivas de las células malignas”, lo que quiere decir que, cuando una célula normal se transforma en cancerosa, tiende a perder sus funciones especializadas. Las células del cáncer de mama se vuelven distintas a las células que hay normalmente en las mamas, y lo mismo ocurre con las células del cáncer de colon. Lo que demostraron estos investigadores —por primera vez— es que las lectinas presentes en los frijoles tenían la capacidad de adherirse a las células cancerosas del colon y restaurarlas, y hacer así que se parecieran más a las células normales del colon. Como puedes ver en el minuto 4:13 de mi video, antes de someter a las células cancerosas a las lectinas de los frijoles, estas estaban multiplicándose y formando grupos deformes. Pero, tras haber estado expuestas a las lectinas de los frijoles durante dos semanas, esas mismas células cancerosas comenzaron a desarrollar estructuras glandulares típicas del tejido del colon. Por lo tanto, las lectinas, tanto si vienen de los alimentos como en forma de fármaco, “podrían frenar la evolución del cáncer de colon”, lo que puede ayudarnos a explicar por qué el consumo de frijoles, arvejas partidas, garbanzos y lentejas parece estar asociado con un menor riesgo de padecer cáncer colorrectal, según 14 estudios en los que participaron casi dos millones de personas. Hasta aquí bien, pero ¿qué ocurre con los cánceres que se dan fuera del tracto digestivo?
“Aunque los alimentos ricos en lectinas”, como las legumbres y los cereales integrales, “se consuman con frecuencia cocinados o procesados, es posible que las lectinas no lleguen siempre a eliminarse… Por ejemplo, se han detectado lectinas en maníes tostados…”. Los maníes son legumbres, y no suelen comerse cocidos, sino tostados o incluso crudos. ¿Tiene nuestro cuerpo la capacidad de absorber lectinas? Sí. Como puedes ver en el minuto 5:12 de mi video, a la mayoría de las personas se les puede detectar la lectina del maní en la sangre en menos de una hora después de haber consumido maníes crudos o tostados. Lo mismo ocurre con los tomates. Parte de las lectinas no tóxicas de los tomates llega al intestino y a la sangre. Sin embargo, parece ser que la aglutinina de germen de trigo –la lectina del trigo conocida como AGT– no llega hasta nuestra sangre, incluso tras consumir la cantidad de germen de trigo equivalente a la que habría en 80 rebanadas de pan. Y, de todas formas, si lo que se consume es pasta o algo parecido, las lectinas suelen desaparecer al hervirlas durante el proceso de cocción.
En lo que se refiere a fitoquímicos en la lucha contra el cáncer, las lectinas son capaces de “resistir la digestión, lo que produce una biodisponibilidad alta”, y esto, a su vez, permite que “los mecanismos celulares del portador hagan uso de todo el potencial de […] los extraordinarios beneficios contra el cáncer” que las lectinas pueden brindarnos. Sin embargo, estos beneficios extraordinarios aún tienen que demostrarse en personas. Sí sabemos, sin embargo, que, según estudios poblacionales, “el consumo de una dieta a base de plantas está altamente asociado con un menor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer”. Puede que las personas que siguen dietas basadas en plantas estén consumiendo menos carcinógenos, pero también es verdad que las plantas están repletas de componentes activos que parecen proteger contra la “iniciación, promoción y progresión” del cáncer. Así que tal vez las lectinas sean uno de esos componentes protectores. Se sabe que, por lo general, las personas que consumen más legumbres y cereales integrales suelen ser menos propensas a desarrollar cáncer, pero no se sabe exactamente por qué. Y podríamos decir: ¿y qué más da el por qué? Pues bien, a las grandes empresas farmacéuticas sí que les importa. La comida saludable no genera tanto dinero como “los fármacos elaborados a partir de lectinas”.
La traducción de este contenido ha sido realizada por Elisabel Gómez.
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Crédito de la imagen: Kristina DeMuth. La imagen ha sido modificada.
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