Prevenir el alzhéimer con plantas

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Si se ha descubierto que alimentos como los frutos rojos y las verduras de hoja verde oscura protegen contra el deterioro cognitivo, ¿por qué no son reconocidos como tal en muchas de las recomendaciones?

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La ingesta de grasas saturadas y los azúcares añadidos, dos de los componentes primarios de la dieta occidental moderna, está relacionada con el desarrollo del alzhéimer. Ha habido un cambio global en la composición alimentaria, pasando de las dietas tradicionales, ricas en almidones y fibra, a lo que se ha denominado la dieta occidental, rica en grasa y azúcar y baja en alimentos vegetales no procesados. ¿Qué es tan bueno acerca de las frutas y las verduras?

Los alimentos derivados de las plantas contienen miles de compuestos con propiedades antioxidantes, algunos de los cuales pueden cruzar la barrera hematoencefálica y pueden tener efectos neuroprotectores al ayudar con la defensa antioxidante. Existe el concepto de oxidación del cerebro, de que las enfermedades neurodegenerativas surgen por el exceso de estrés oxidativo. Pero la naturaleza ha dotado a la humanidad de un sinnúmero de plantas como frutas, verduras y frutos secos y la amplia gama de nutrientes bioactivos presentes en estos productos naturales podría desempeñar un papel fundamental en la prevención e incluso, tal vez algún día, en la curación de diversas enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.

La evidencia acumulada sugiere que los compuestos que se producen naturalmente en las plantas podrían potencialmente obstaculizar la neurodegeneración e incluso mejorar la memoria y la función cognitiva. Así lo he dado a conocer en mis vídeos sobre los arándanos y las fresas y el tratamiento del alzhéimer con especias como el azafrán o la cúrcuma.

Las verduras podrían ser especialmente protectoras, en parte debido a ciertos compuestos que ingerimos que se concentran en el cerebro. Estos se encuentran especialmente en verduras de hoja verde oscura, cuyo consumo está asociado con menores tasas de deterioro cognitivo relacionado con la edad.

Aún así, cuando examinamos evaluaciones sistemáticas de lo que podemos hacer para prevenir el deterioro cognitivo, veremos conclusiones como estas: “la literatura actual no proporciona evidencia adecuada para hacer recomendaciones para intervenciones”. Igual con el alzhéimer: ”actualmente, existe insuficiente evidencia para sacar conclusiones definitivas sobre la asociación de cualquier factor modificable para el riesgo de alzhéimer”. Citan la falta de ensayos controlados aleatorios como base para sus conclusiones. Los ECA son la regla de oro para probar nuevos medicamentos. Se asignan al azar las personas en dos grupos: a la mitad se le suministra el medicamento y a la otra mitad no, para controlar los factores de confusión. Se necesita el mayor nivel de la evidencia, porque los medicamentos pueden matar a 100000 estadounidenses al año, no por sobredosis, no por errores en la medicación, ni por las drogas ilegales, sino por medicamentos recetados normales, aprobados por la FDA, siendo la sexta causa de muerte en los Estados Unidos. Por lo tanto, se tiene que estar absolutamente seguro de que los beneficios de los nuevos medicamentos superan los riesgos fatales.

Pero estamos hablando de una alimentación más sana y del ejercicio; los efectos secundarios son todos buenos, así que no necesitamos el mismo nivel de evidencia para prescribirlos.

Recientemente una modesta propuesta fue publicada en la revista sobre el alzhéimer (Journal of Alzheimer’s Disease); un editorial que pedía un estudio longitudinal sobre la prevención de la demencia. Estuvieron de acuerdo con que no existía evidencia definitiva sobre la efectividad de los métodos de prevención de la demencia, por lo tanto, necesitamos ensayos aleatorios a gran escala. Empecemos con 10000 voluntarios sanos de unos veinte años divididos en cinco grupos. Por ejemplo, hay evidencia de que la lesión cerebral traumática es un factor de riesgo para el alzhéimer, porque las personas con lesiones en la cabeza parecen tener más probabilidades de contraer esta enfermedad, pero nunca se puso a prueba. Entonces, tomemos a 2000 personas y golpeemos a la mitad de ellas en la cabeza con bates de béisbol y a la otra mitad la tomamos como control golpeándolos con bates de poliestireno extendido. No podemos hacer que los médicos les recomienden a los pacientes que no se golpeen la cabeza hasta que no tengamos datos de control aleatorio.

Probablemente deberíamos encadenar a mil personas a una cinta de correr durante 40 años y a otras mil personas a un sofá antes de recomendar el ejercicio. Obligar a mil personas a hacer crucigramas; a otros mil a ver las repeticiones de Jerry Springer. Mucha carne y lácteos o nada de ambos en los próximos 40 años y podemos volver adictas a mil personas con 4 cajetillas de cigarrillos por día solo para estar seguros. Ayudamos a nuestros pacientes a dejar de fumar a pesar de que no hay ni una sola prueba controlada aleatoria donde se haya mantenido a las personas durante décadas introduciéndoles humo en sus pulmones. “Es hora de darse cuenta de que el estudio fundamental en relación con el estilo de vida y con la salud cognitiva simplemente no se puede realizar.  Sin embargo, la ausencia de evidencia definitiva no debería impedirle a los médicos hacer recomendaciones razonables basándose en la evidencia que sí está disponible”.

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Katie SchloerLa traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Tatiana Fernandez W. y Viviana Garcia.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Imágenes gracias a Petter Duvander vía Flickr.

La ingesta de grasas saturadas y los azúcares añadidos, dos de los componentes primarios de la dieta occidental moderna, está relacionada con el desarrollo del alzhéimer. Ha habido un cambio global en la composición alimentaria, pasando de las dietas tradicionales, ricas en almidones y fibra, a lo que se ha denominado la dieta occidental, rica en grasa y azúcar y baja en alimentos vegetales no procesados. ¿Qué es tan bueno acerca de las frutas y las verduras?

Los alimentos derivados de las plantas contienen miles de compuestos con propiedades antioxidantes, algunos de los cuales pueden cruzar la barrera hematoencefálica y pueden tener efectos neuroprotectores al ayudar con la defensa antioxidante. Existe el concepto de oxidación del cerebro, de que las enfermedades neurodegenerativas surgen por el exceso de estrés oxidativo. Pero la naturaleza ha dotado a la humanidad de un sinnúmero de plantas como frutas, verduras y frutos secos y la amplia gama de nutrientes bioactivos presentes en estos productos naturales podría desempeñar un papel fundamental en la prevención e incluso, tal vez algún día, en la curación de diversas enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.

La evidencia acumulada sugiere que los compuestos que se producen naturalmente en las plantas podrían potencialmente obstaculizar la neurodegeneración e incluso mejorar la memoria y la función cognitiva. Así lo he dado a conocer en mis vídeos sobre los arándanos y las fresas y el tratamiento del alzhéimer con especias como el azafrán o la cúrcuma.

Las verduras podrían ser especialmente protectoras, en parte debido a ciertos compuestos que ingerimos que se concentran en el cerebro. Estos se encuentran especialmente en verduras de hoja verde oscura, cuyo consumo está asociado con menores tasas de deterioro cognitivo relacionado con la edad.

Aún así, cuando examinamos evaluaciones sistemáticas de lo que podemos hacer para prevenir el deterioro cognitivo, veremos conclusiones como estas: “la literatura actual no proporciona evidencia adecuada para hacer recomendaciones para intervenciones”. Igual con el alzhéimer: ”actualmente, existe insuficiente evidencia para sacar conclusiones definitivas sobre la asociación de cualquier factor modificable para el riesgo de alzhéimer”. Citan la falta de ensayos controlados aleatorios como base para sus conclusiones. Los ECA son la regla de oro para probar nuevos medicamentos. Se asignan al azar las personas en dos grupos: a la mitad se le suministra el medicamento y a la otra mitad no, para controlar los factores de confusión. Se necesita el mayor nivel de la evidencia, porque los medicamentos pueden matar a 100000 estadounidenses al año, no por sobredosis, no por errores en la medicación, ni por las drogas ilegales, sino por medicamentos recetados normales, aprobados por la FDA, siendo la sexta causa de muerte en los Estados Unidos. Por lo tanto, se tiene que estar absolutamente seguro de que los beneficios de los nuevos medicamentos superan los riesgos fatales.

Pero estamos hablando de una alimentación más sana y del ejercicio; los efectos secundarios son todos buenos, así que no necesitamos el mismo nivel de evidencia para prescribirlos.

Recientemente una modesta propuesta fue publicada en la revista sobre el alzhéimer (Journal of Alzheimer’s Disease); un editorial que pedía un estudio longitudinal sobre la prevención de la demencia. Estuvieron de acuerdo con que no existía evidencia definitiva sobre la efectividad de los métodos de prevención de la demencia, por lo tanto, necesitamos ensayos aleatorios a gran escala. Empecemos con 10000 voluntarios sanos de unos veinte años divididos en cinco grupos. Por ejemplo, hay evidencia de que la lesión cerebral traumática es un factor de riesgo para el alzhéimer, porque las personas con lesiones en la cabeza parecen tener más probabilidades de contraer esta enfermedad, pero nunca se puso a prueba. Entonces, tomemos a 2000 personas y golpeemos a la mitad de ellas en la cabeza con bates de béisbol y a la otra mitad la tomamos como control golpeándolos con bates de poliestireno extendido. No podemos hacer que los médicos les recomienden a los pacientes que no se golpeen la cabeza hasta que no tengamos datos de control aleatorio.

Probablemente deberíamos encadenar a mil personas a una cinta de correr durante 40 años y a otras mil personas a un sofá antes de recomendar el ejercicio. Obligar a mil personas a hacer crucigramas; a otros mil a ver las repeticiones de Jerry Springer. Mucha carne y lácteos o nada de ambos en los próximos 40 años y podemos volver adictas a mil personas con 4 cajetillas de cigarrillos por día solo para estar seguros. Ayudamos a nuestros pacientes a dejar de fumar a pesar de que no hay ni una sola prueba controlada aleatoria donde se haya mantenido a las personas durante décadas introduciéndoles humo en sus pulmones. “Es hora de darse cuenta de que el estudio fundamental en relación con el estilo de vida y con la salud cognitiva simplemente no se puede realizar.  Sin embargo, la ausencia de evidencia definitiva no debería impedirle a los médicos hacer recomendaciones razonables basándose en la evidencia que sí está disponible”.

Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba. Esto es sólo una aproximación del audio contribuida por Katie SchloerLa traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Tatiana Fernandez W. y Viviana Garcia.

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Nota del Doctor

Previamente he comentado cómo los enfoques a la medicina basada en la evidencia centrados en los medicamentos pueden descuidar algunos de los datos más convincentes: ¿Medicina basada en la evidencia o tendenciosa?

Una muestra de algunos de mis vídeos recientes acerca del alzhéimer:

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