Los mejores alimentos para la prevención del cáncer de colon

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Una alimentación baja en fibra es un factor clave en el deterioro del microbioma y la pérdida de diversidad en nuestra flora intestinal buena.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Leonardo Alanís y Leslie Salas voluntarios activos en NutritionFacts.org.

Tenemos 100 billones de microorganismos en nuestro intestino (unos billones más, unos billones menos), pero la difusión del estilo de vida occidental ha traído consigo cambios microbianos que podrían estar contribuyendo a las diversas epidemias de enfermedades crónicas. El problema es que nuestra alimentación actual se caracteriza por una ingesta alta de productos de origen animal, azúcares, alimentos procesados y una baja ingesta de alimentos integrales de origen vegetal.

Contrario a la fermentación de los carbohidratos que logran llegar a nuestro colon (como la fibra y el almidón resistente que nos benefician a través de la generación de ácidos grasos de cadena corta, por ejemplo el butirato), la fermentación microbiana de proteínas, que ocurre cuando se consumen proteínas en exceso, genera metabolitos potencialmente tóxicos y pro-cancerígenos que están involucrados en el desarrollo del cáncer colorrectal. Así, lo que comemos puede causar un desequilibrio en nuestro microbioma intestinal y potencialmente crear una ‘receta’ para el cáncer colorrectal; en donde una alimentación alta en grasa, carne y alimentos procesados favorece la disbiosis y el cáncer colorrectal, mientras que una alimentación rica en fibra y almidón y baja en carne puede regresarnos a la simbiosis con la flora intestinal buena y mantenernos alejados del cáncer.

Ahora tenemos evidencia de estudios intervencionistas que sugieren que el adoptar una alimentación a base de plantas, mínimamente procesada y con un alto contenido de fibra puede revertir rápidamente los efectos que una alimentación a base de productos de origen animal tiene en el microbioma intestinal. Entonces, ¿cuál sería una nueva forma de medicina personalizada basada en el microbioma para las enfermedades crónicas? Se llama comida y puede alterar el microbioma intestinal humano de forma rápida y reproducible. Si una persona cambia su alimentación a base de plantas por una más basada en comida de origen animal, se pueden ver cambios dramáticos en tan solo dos días que pueden resultar en metabolitos tóxicos. Por ejemplo, se puede observar un incremento en sus niveles de ácido desoxicólico, un ácido biliar secundario que promueve el daño al ADN y el cáncer de hígado. ¿Por qué suben los niveles? Porque las bacterias malas que lo producen aumentan al triple… en tan solo dos días.

Con el tiempo, la riqueza de la diversidad microbiana en nuestro intestino está desapareciendo. Aquí está nuestro árbol de la vida bacteriano que se está agotando. ¿Por qué? Por la brecha de la fibra. “Una dieta baja en fibra promueve el agotamiento de los microbiomas.” Sí, también están los antibióticos, las cesáreas y la plomería interior, pero las dietas bajas en CAMs son el único factor que ha sido empíricamente demostrado. Los CAMs, o carbohidratos accesibles para la microbiota, son la fibra proveniente de alimentos integrales de origen vegetal y del almidón resistente que se encuentra principalmente en frijoles, guisantes, lentejas y granos integrales.

Nuestra ingesta de fibra dietética, nuestra ingesta de alimentos integrales de origen vegetal, es despreciablemente bajo en el mundo occidental en comparación con lo que evolucionamos para comer durante millones de años. Una alimentación baja en fibra proporciona nutrientes insuficientes para nuestros microbios intestinales, lo que conduce no solo a la pérdida de diversidad y riqueza bacteriana, sino también a la reducción de los productos finales de la fermentación que estos organismos hacen con la fibra y que son beneficiosos para nosotros. Estamos, en efecto, matando de hambre a nuestra flora microbiana.

¿Cómo podemos lidiar con las consecuencias perjudiciales de una alimentación deficiente en alimentos integrales de origen vegetal? Creando alimentos funcionales nuevos, ¡por supuesto!… y suplementos y medicamentos (como prebióticos, probióticos y simbióticos). ¡Solo piensa en todo el dinero que puede salir de eso! O… simplemente podríamos comer de la forma en la que nuestros cuerpos deberían comer. ¿Pero, qué valor tiene eso para los accionistas? ¿No sabes que las píldoras probióticas podrían convertirse en la nueva fuente de los de grandes billones para las farmacéuticas?

¿Y por qué comer sanamente, cuando puedes hacer que alguien más coma sanamente por ti y luego puedes recibir un trasplante fecal de un vegano? Un grupo de investigadores comparó el microbioma de los veganos con el de los omnívoros y descubrió que la flora intestinal buena de los veganos producía más de las sustancias buenas, mostrando que una alimentación a base de plantas puede resultar en niveles más altos de metabolitos beneficiosos en el torrente sanguíneo y en niveles inferiores de otras sustancias perjudiciales, como el TMAO (N-óxido de trimetilamina, por sus siglas en inglés). Pero mientras que el impacto de una alimentación vegana en las sustancias producidas por las bacterias fue grande, el efecto sobre la composición del microbioma intestinal fue sorprendentemente modesto. Solo se encontraron “ligeras diferencias entre los microbiomas intestinales de los omnívoros y de los veganos”, lo que fue una sorpresa para los investigadores. Una diferencia muy modesta yuxtapuesta contra el consumo dietético significativamente mayor de alimentos fermentables de origen vegetal. Los veganos consumían casi el doble de fibra. Entonces, ¿cuál es el problema? Pues resulta que los veganos apenas consumían la ingesta mínima diaria de fibra. ¿Por qué? Por que las galletas Oreo son veganas, también las papas fritas, la Coca-Cola y las frituras. Hasta hay Doritos y Pop-Tarts veganos. Puedes comer una alimentación vegana de muy mala calidad.

Burkitt demostró que necesitas al menos 50 gramos de fibra al día para la prevención del cáncer de colon. Eso es solo la mitad de lo que nuestros cuerpos fueron diseñados para consumir. Evolucionamos consumiendo unos 100 gramos al día. Y eso es lo que se ve en las poblaciones modernas que son inmunes al cáncer colorrectal epidémico. Entonces, ¿qué pasa si en lugar de seguir una dieta vegana, la gente simplemente sigue una alimentación como esa, centrada en alimentos integrales de origen vegetal. Lo descubriremos en el siguiente video.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Créditos de la imagen: Kristina DeMuth. La imagen ha sido modificada.

Gráficos de Avocado Video

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba. La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Leonardo Alanís y Leslie Salas voluntarios activos en NutritionFacts.org.

Tenemos 100 billones de microorganismos en nuestro intestino (unos billones más, unos billones menos), pero la difusión del estilo de vida occidental ha traído consigo cambios microbianos que podrían estar contribuyendo a las diversas epidemias de enfermedades crónicas. El problema es que nuestra alimentación actual se caracteriza por una ingesta alta de productos de origen animal, azúcares, alimentos procesados y una baja ingesta de alimentos integrales de origen vegetal.

Contrario a la fermentación de los carbohidratos que logran llegar a nuestro colon (como la fibra y el almidón resistente que nos benefician a través de la generación de ácidos grasos de cadena corta, por ejemplo el butirato), la fermentación microbiana de proteínas, que ocurre cuando se consumen proteínas en exceso, genera metabolitos potencialmente tóxicos y pro-cancerígenos que están involucrados en el desarrollo del cáncer colorrectal. Así, lo que comemos puede causar un desequilibrio en nuestro microbioma intestinal y potencialmente crear una ‘receta’ para el cáncer colorrectal; en donde una alimentación alta en grasa, carne y alimentos procesados favorece la disbiosis y el cáncer colorrectal, mientras que una alimentación rica en fibra y almidón y baja en carne puede regresarnos a la simbiosis con la flora intestinal buena y mantenernos alejados del cáncer.

Ahora tenemos evidencia de estudios intervencionistas que sugieren que el adoptar una alimentación a base de plantas, mínimamente procesada y con un alto contenido de fibra puede revertir rápidamente los efectos que una alimentación a base de productos de origen animal tiene en el microbioma intestinal. Entonces, ¿cuál sería una nueva forma de medicina personalizada basada en el microbioma para las enfermedades crónicas? Se llama comida y puede alterar el microbioma intestinal humano de forma rápida y reproducible. Si una persona cambia su alimentación a base de plantas por una más basada en comida de origen animal, se pueden ver cambios dramáticos en tan solo dos días que pueden resultar en metabolitos tóxicos. Por ejemplo, se puede observar un incremento en sus niveles de ácido desoxicólico, un ácido biliar secundario que promueve el daño al ADN y el cáncer de hígado. ¿Por qué suben los niveles? Porque las bacterias malas que lo producen aumentan al triple… en tan solo dos días.

Con el tiempo, la riqueza de la diversidad microbiana en nuestro intestino está desapareciendo. Aquí está nuestro árbol de la vida bacteriano que se está agotando. ¿Por qué? Por la brecha de la fibra. “Una dieta baja en fibra promueve el agotamiento de los microbiomas.” Sí, también están los antibióticos, las cesáreas y la plomería interior, pero las dietas bajas en CAMs son el único factor que ha sido empíricamente demostrado. Los CAMs, o carbohidratos accesibles para la microbiota, son la fibra proveniente de alimentos integrales de origen vegetal y del almidón resistente que se encuentra principalmente en frijoles, guisantes, lentejas y granos integrales.

Nuestra ingesta de fibra dietética, nuestra ingesta de alimentos integrales de origen vegetal, es despreciablemente bajo en el mundo occidental en comparación con lo que evolucionamos para comer durante millones de años. Una alimentación baja en fibra proporciona nutrientes insuficientes para nuestros microbios intestinales, lo que conduce no solo a la pérdida de diversidad y riqueza bacteriana, sino también a la reducción de los productos finales de la fermentación que estos organismos hacen con la fibra y que son beneficiosos para nosotros. Estamos, en efecto, matando de hambre a nuestra flora microbiana.

¿Cómo podemos lidiar con las consecuencias perjudiciales de una alimentación deficiente en alimentos integrales de origen vegetal? Creando alimentos funcionales nuevos, ¡por supuesto!… y suplementos y medicamentos (como prebióticos, probióticos y simbióticos). ¡Solo piensa en todo el dinero que puede salir de eso! O… simplemente podríamos comer de la forma en la que nuestros cuerpos deberían comer. ¿Pero, qué valor tiene eso para los accionistas? ¿No sabes que las píldoras probióticas podrían convertirse en la nueva fuente de los de grandes billones para las farmacéuticas?

¿Y por qué comer sanamente, cuando puedes hacer que alguien más coma sanamente por ti y luego puedes recibir un trasplante fecal de un vegano? Un grupo de investigadores comparó el microbioma de los veganos con el de los omnívoros y descubrió que la flora intestinal buena de los veganos producía más de las sustancias buenas, mostrando que una alimentación a base de plantas puede resultar en niveles más altos de metabolitos beneficiosos en el torrente sanguíneo y en niveles inferiores de otras sustancias perjudiciales, como el TMAO (N-óxido de trimetilamina, por sus siglas en inglés). Pero mientras que el impacto de una alimentación vegana en las sustancias producidas por las bacterias fue grande, el efecto sobre la composición del microbioma intestinal fue sorprendentemente modesto. Solo se encontraron “ligeras diferencias entre los microbiomas intestinales de los omnívoros y de los veganos”, lo que fue una sorpresa para los investigadores. Una diferencia muy modesta yuxtapuesta contra el consumo dietético significativamente mayor de alimentos fermentables de origen vegetal. Los veganos consumían casi el doble de fibra. Entonces, ¿cuál es el problema? Pues resulta que los veganos apenas consumían la ingesta mínima diaria de fibra. ¿Por qué? Por que las galletas Oreo son veganas, también las papas fritas, la Coca-Cola y las frituras. Hasta hay Doritos y Pop-Tarts veganos. Puedes comer una alimentación vegana de muy mala calidad.

Burkitt demostró que necesitas al menos 50 gramos de fibra al día para la prevención del cáncer de colon. Eso es solo la mitad de lo que nuestros cuerpos fueron diseñados para consumir. Evolucionamos consumiendo unos 100 gramos al día. Y eso es lo que se ve en las poblaciones modernas que son inmunes al cáncer colorrectal epidémico. Entonces, ¿qué pasa si en lugar de seguir una dieta vegana, la gente simplemente sigue una alimentación como esa, centrada en alimentos integrales de origen vegetal. Lo descubriremos en el siguiente video.

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Créditos de la imagen: Kristina DeMuth. La imagen ha sido modificada.

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