Proteína animal, embarazo y obesidad infantil

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Lo que coma una mujer embarazada podría afectar hasta la salud de sus nietos.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este vídeo. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba.

Si se exponen grillos en estado de embarazo a un depredador como la araña lobo, sus bebés se empollarán exhibiendo un comportamiento anti-depredador y, como consecuencia, una mayor supervivencia al ataque de estas arañas. La madre grillo parece ser capaz de advertirles sobre la amenaza a sus bebés cuando están en su interior; así, ellos se preadaptan a su entorno externo.

Esto sucede incluso en las plantas. Si se cultivan dos genéticamente idénticas, una al sol y una a la sombra, la planta cultivada al sol producirá semillas que crecen mejor expuestas al sol y la planta cultivada en la sombra germinará semillas que crecen mejor en la sombra, aunque ambas sean genéticamente idénticas. En resumen, estamos tratando con la epigenética, los factores externos que cambian la expresión genética.

Las crías de ratón nacidas en invierno, nacen desarrollando un pelaje más grueso. Las madres ratón son capaces de comunicarles las estaciones a sus bebés en el útero y decirles que se abriguen, incluso antes de que hayan nacido. Las personas no son diferentes. Se sabe cómo algunas tienen diferentes tolerancias a la temperatura, lo cual termina en batallas en la habitación: ¿enciendes el aire acondicionado o lo apagas?, ¿abres las ventanas? No es sólo genética. El que hayas nacido en el trópico o en un ambiente frío determina cuántas glándulas sudoríparas activas tienes en tu piel.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con la dieta? Lo que coma o no coma una mujer embarazada, ¿puede alterar permanentemente la biología de sus hijos en términos de los genes que están activos o inactivos a lo largo de sus vidas?

¿Qué les sucedió a los niños nacidos durante la hambruna holandesa de 1945, impuesta por los nazis? Cincuenta años más tarde tuvieron las tasas de obesidad más altas. La expresión del ADN se reprogramó antes de nacer para prepararse para un mundo de hambruna; para conservar calorías a toda costa. Pero, cuando la guerra terminó, esta propensión a almacenar grasa se convirtió en una desventaja. Lo que una mujer embarazada come y no come, no sólo ayuda a determinar el peso del niño al nacer, sino el peso que tendrá al convertirse en adulto.

Por ejemplo, el consumo materno de proteína durante la gestación puede contribuir a la epidemia de obesidad; pero no solo la proteína en general. La proteína de fuentes animales, principalmente de los productos cárnicos, consumidos durante el embarazo puede incrementar el riesgo de que los niños crezcan con sobrepeso. Inicialmente se pensó que podría ser el IGF-1, una hormona de crecimiento estimulada por el consumo de productos de origen animal, que puede incrementar la producción de tejido graso. Pero el aumento de peso estaba más vinculado a la carne que a los lácteos.

El consumo diario de una porción de carne durante el tercer trimestre, resultó en un porcentaje adicional de grasa corporal en los niños antes de su decimosexto cumpleaños, incrementando potencialmente su riesgo de convertirse en obesos más adelante en sus vidas, independientemente de cuántas calorías comieron o qué tanto se ejercitaron. Pero no se encontró vínculo de ese tipo con el consumo de leche de vaca, la cual posiblemente estimularía unos niveles de IGF-1 igual de altos.

Así que, tal vez, se trate de los obesógenos en la carne, químicos que estimulan el crecimiento de tejido graso. Nuevas pruebas demuestran que los factores ambientales pueden predisponer a individuos expuestos a un aumento de peso, independientemente de la dieta y el ejercicio. Después de todo, incluso nuestros niños son más gordos; no se puede culpar a la dieta y al ejercicio. Los animales también lo son, y no solo nuestras mascotas consentidas, también las ratas en los laboratorios y los subterráneos. La probabilidad de que 24 poblaciones animales diferentes, de ocho especies distintas, muestren todas, por casualidad, una tendencia al aumento de peso durante las últimas décadas, es de menos de una en un millón. Entonces, parece que esta pasando algo más, como los químicos obesogénicos.

Algunos de estos candidatos son los hidrocarburos aromáticos policíclicos encontrados en cigarrillos, los que emanan de los tubos de escape y los de la carne asada. Este estudio de miles a nivel nacional encontró que mientras más se exponga a los niños a estos, más gordos tendían a ser. Se pudo medir el nivel de esos químicos directamente en la orina. Y todo puede empezar en el útero. La exposición prenatal a esos químicos podría causar un incremento de masa corporal durante la infancia, y un mayor riesgo de obesidad infantil.

Si esos contaminantes te suenan familiares, los he tratado anteriormente en relación con el riesgo creciente de contraer cáncer de mama en el ”Estudio del cáncer de seno de Long Island”. Por consiguiente, puede que no sólo se trate de obesógenos sino también de carcinógenos, lo que tal vez explica el incremento en un 47% del riesgo de contraer cáncer de mama en mujeres mayores en relación con un promedio de consumo de por vida de alimentos asados y ahumados.

Si nos fijamos en una de las toxinas más comunes, los fumadores obtienen cerca de la mitad a través de la comida, y la otra mitad de los cigarrillos. Pero para los no fumadores, el 99% viene de la dieta. Los niveles más altos se encuentran en la carne, siendo la carne de cerdo aparentemente peor que la de res. Pero, como puedes ver, incluso los vegetales verde oscuro, como la col rizada, pueden estar infectados por contaminantes en el aire. Así que, no busques diente de león cerca a la autopista y asegúrate de lavar las verduras con agua corriente.

Ahora, estos son contaminantes liposolubles, es decir que necesitan una gran cantidad de grasa para ser absorbidos. Por lo tanto, incluso fuentes alimenticias de origen vegetal considerablemente contaminadas podrían ser seguras, a menos que viertas una gran cantidad de aceite sobre tu comida, en cuyo caso las toxinas posiblemente se absorberán tan rápido como las de la carne.

La buena noticia es que éstas no se acumulan en tu cuerpo. Si se expone a las personas al pollo asado, a la hora cero de aquí, podrás ver que experimentan un gran incremento de esos químicos, de hasta cien veces mayor, pero el cuerpo es capaz de deshacerse de estos dentro de aproximadamente veinte horas.

El problema es, por supuesto, que las personas que comen éste tipo de alimentos todos los días se estarían exponiendo constantemente, lo que puede llegar no solo a afectar su salud y la de sus hijos, sino incluso la salud de sus nietos.

El estar embarazada durante la hambruna holandesa no solo condujo a un incremento en las enfermedades entre sus niños, sino aparentemente entre sus nietos. Así que, lo que una mujer en estado de embarazo come ahora puede afectar a futuras generaciones.

El asunto de los efectos, en un lapso generacional, de las condiciones de pobreza durante el embarazo puede ayudar a arrojar un poco de luz sobre la explosiva epidemia de diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares asociadas con esta transición hacia el estilo de vida occidental.

La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Cristian Guzmán y Viviana Garcia.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Imágenes gracias a e_monk vía fickr y Peter Trimming vía geograph.org.uk

A continuación una aproximación al contenido del audio de este vídeo. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el vídeo más arriba.

Si se exponen grillos en estado de embarazo a un depredador como la araña lobo, sus bebés se empollarán exhibiendo un comportamiento anti-depredador y, como consecuencia, una mayor supervivencia al ataque de estas arañas. La madre grillo parece ser capaz de advertirles sobre la amenaza a sus bebés cuando están en su interior; así, ellos se preadaptan a su entorno externo.

Esto sucede incluso en las plantas. Si se cultivan dos genéticamente idénticas, una al sol y una a la sombra, la planta cultivada al sol producirá semillas que crecen mejor expuestas al sol y la planta cultivada en la sombra germinará semillas que crecen mejor en la sombra, aunque ambas sean genéticamente idénticas. En resumen, estamos tratando con la epigenética, los factores externos que cambian la expresión genética.

Las crías de ratón nacidas en invierno, nacen desarrollando un pelaje más grueso. Las madres ratón son capaces de comunicarles las estaciones a sus bebés en el útero y decirles que se abriguen, incluso antes de que hayan nacido. Las personas no son diferentes. Se sabe cómo algunas tienen diferentes tolerancias a la temperatura, lo cual termina en batallas en la habitación: ¿enciendes el aire acondicionado o lo apagas?, ¿abres las ventanas? No es sólo genética. El que hayas nacido en el trópico o en un ambiente frío determina cuántas glándulas sudoríparas activas tienes en tu piel.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con la dieta? Lo que coma o no coma una mujer embarazada, ¿puede alterar permanentemente la biología de sus hijos en términos de los genes que están activos o inactivos a lo largo de sus vidas?

¿Qué les sucedió a los niños nacidos durante la hambruna holandesa de 1945, impuesta por los nazis? Cincuenta años más tarde tuvieron las tasas de obesidad más altas. La expresión del ADN se reprogramó antes de nacer para prepararse para un mundo de hambruna; para conservar calorías a toda costa. Pero, cuando la guerra terminó, esta propensión a almacenar grasa se convirtió en una desventaja. Lo que una mujer embarazada come y no come, no sólo ayuda a determinar el peso del niño al nacer, sino el peso que tendrá al convertirse en adulto.

Por ejemplo, el consumo materno de proteína durante la gestación puede contribuir a la epidemia de obesidad; pero no solo la proteína en general. La proteína de fuentes animales, principalmente de los productos cárnicos, consumidos durante el embarazo puede incrementar el riesgo de que los niños crezcan con sobrepeso. Inicialmente se pensó que podría ser el IGF-1, una hormona de crecimiento estimulada por el consumo de productos de origen animal, que puede incrementar la producción de tejido graso. Pero el aumento de peso estaba más vinculado a la carne que a los lácteos.

El consumo diario de una porción de carne durante el tercer trimestre, resultó en un porcentaje adicional de grasa corporal en los niños antes de su decimosexto cumpleaños, incrementando potencialmente su riesgo de convertirse en obesos más adelante en sus vidas, independientemente de cuántas calorías comieron o qué tanto se ejercitaron. Pero no se encontró vínculo de ese tipo con el consumo de leche de vaca, la cual posiblemente estimularía unos niveles de IGF-1 igual de altos.

Así que, tal vez, se trate de los obesógenos en la carne, químicos que estimulan el crecimiento de tejido graso. Nuevas pruebas demuestran que los factores ambientales pueden predisponer a individuos expuestos a un aumento de peso, independientemente de la dieta y el ejercicio. Después de todo, incluso nuestros niños son más gordos; no se puede culpar a la dieta y al ejercicio. Los animales también lo son, y no solo nuestras mascotas consentidas, también las ratas en los laboratorios y los subterráneos. La probabilidad de que 24 poblaciones animales diferentes, de ocho especies distintas, muestren todas, por casualidad, una tendencia al aumento de peso durante las últimas décadas, es de menos de una en un millón. Entonces, parece que esta pasando algo más, como los químicos obesogénicos.

Algunos de estos candidatos son los hidrocarburos aromáticos policíclicos encontrados en cigarrillos, los que emanan de los tubos de escape y los de la carne asada. Este estudio de miles a nivel nacional encontró que mientras más se exponga a los niños a estos, más gordos tendían a ser. Se pudo medir el nivel de esos químicos directamente en la orina. Y todo puede empezar en el útero. La exposición prenatal a esos químicos podría causar un incremento de masa corporal durante la infancia, y un mayor riesgo de obesidad infantil.

Si esos contaminantes te suenan familiares, los he tratado anteriormente en relación con el riesgo creciente de contraer cáncer de mama en el ”Estudio del cáncer de seno de Long Island”. Por consiguiente, puede que no sólo se trate de obesógenos sino también de carcinógenos, lo que tal vez explica el incremento en un 47% del riesgo de contraer cáncer de mama en mujeres mayores en relación con un promedio de consumo de por vida de alimentos asados y ahumados.

Si nos fijamos en una de las toxinas más comunes, los fumadores obtienen cerca de la mitad a través de la comida, y la otra mitad de los cigarrillos. Pero para los no fumadores, el 99% viene de la dieta. Los niveles más altos se encuentran en la carne, siendo la carne de cerdo aparentemente peor que la de res. Pero, como puedes ver, incluso los vegetales verde oscuro, como la col rizada, pueden estar infectados por contaminantes en el aire. Así que, no busques diente de león cerca a la autopista y asegúrate de lavar las verduras con agua corriente.

Ahora, estos son contaminantes liposolubles, es decir que necesitan una gran cantidad de grasa para ser absorbidos. Por lo tanto, incluso fuentes alimenticias de origen vegetal considerablemente contaminadas podrían ser seguras, a menos que viertas una gran cantidad de aceite sobre tu comida, en cuyo caso las toxinas posiblemente se absorberán tan rápido como las de la carne.

La buena noticia es que éstas no se acumulan en tu cuerpo. Si se expone a las personas al pollo asado, a la hora cero de aquí, podrás ver que experimentan un gran incremento de esos químicos, de hasta cien veces mayor, pero el cuerpo es capaz de deshacerse de estos dentro de aproximadamente veinte horas.

El problema es, por supuesto, que las personas que comen éste tipo de alimentos todos los días se estarían exponiendo constantemente, lo que puede llegar no solo a afectar su salud y la de sus hijos, sino incluso la salud de sus nietos.

El estar embarazada durante la hambruna holandesa no solo condujo a un incremento en las enfermedades entre sus niños, sino aparentemente entre sus nietos. Así que, lo que una mujer en estado de embarazo come ahora puede afectar a futuras generaciones.

El asunto de los efectos, en un lapso generacional, de las condiciones de pobreza durante el embarazo puede ayudar a arrojar un poco de luz sobre la explosiva epidemia de diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares asociadas con esta transición hacia el estilo de vida occidental.

La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Cristian Guzmán y Viviana Garcia.

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Nota del Doctor

La epigenética es la ciencia de la alteración de la expresión de los genes. Sin importar tu historia familiar, algunos genes pueden efectivamente activarse o desactivarse debido a las decisiones que tomas en tu estilo de vida. Mira, por ejemplo:

Para mayor información sobre químicos “obesógenos” ve:

Anteriormente hablé sobre HAPs en Vapores de la carne: humo de segunda mano de la dieta.

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