Una mayor presión sanguínea puede conducir al encogimiento cerebral

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Tener hipertensión en la mediana edad (de los 40 a los 60 años) se asocia con un riesgo elevado de deterioro cognitivo y alzhéimer más adelante en la vida, incluso mayor que tener el gen de la enfermedad.

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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.

Tener hipertensión en la mediana edad (de los 40 a los 60 años) se asocia con un riesgo elevado de deterioro cognitivo y alzhéimer más adelante en la vida, incluso mayor que tener el gen de la enfermedad.

“Está claro que la enfermedad cerebrovascular”, es decir, el endurecimiento de las arterias del cerebro, “y el deterioro cognitivo, van de la mano”, relación que ya he abordado en otras ocasiones. “Sin embargo, la asociación independiente de AD [enfermedad de Alzheimer, por sus siglas en inglés] con factores de riesgo múltiples de AVD [enfermedad vascular aterosclerótica] sugiere que el colesterol no es el único culpable de la demencia”.

Se ha visto de manera consistente que tener unos niveles elevados de presión sanguínea entre los 40 y los 60 se asocia con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y alzhéimer más tarde. De hecho, incluso más que tener el llamado gen del alzhéimer.

“El árbol arterial normal” (todos los vasos sanguíneos del cerebro) “está diseñado como un conducto y un amortiguador”. Sin embargo, cuando las paredes arteriales se endurecen, la presión del pulso cada vez que nuestro corazón bombea sangre al cerebro, puede dañar los vasos sanguíneos del cerebro. Esto puede causar “micro hemorragias”, que son muy frecuentes en personas con presión arterial alta, incluso si nunca se les ha diagnosticado un derrame cerebral.

Estas microhemorragias podrían ser “uno de los factores importantes que causan alteraciones cognitivas”. “Tal vez no cause sorpresa”, porque en las autopsias, “las micro hemorragias están asociadas, en parte, a la necrosis del tejido [cerebral]”, lo que significa la muerte del tejido. Además, la presión arterial alta se asocia con los llamados infartos lacunares, de la palabra latina lacuna, que significa agujero. Estos agujeros aparecen en el cerebro cuando las arterias pequeñas se obstruyen y provocan la muerte celular de una pequeña región circular alrededor de la misma. Hasta una cuarta parte de las personas mayores tiene estos pequeños accidentes cerebrovasculares, llamados infartos silenciosos, sin siquiera saberlo. Pero, la cuestión es que “no existen agujeros negros en el cerebro que sean benignos”. En el minuto 2:12 en mi video, se puede ver una imagen del cerebro con estos infartos lacunares, parecería como si estuviera perforado.

“Aunque los infartos silenciosos, por definición, carecen de síntomas similares a un accidente cerebrovascular, están asociados con déficits sutiles en la función física y cognitiva que en general pasan desapercibidos”. Los mismos pueden duplicar el riesgo de demencia, lo que vincula la presión arterial con esta enfermedad.

El daño producido es tal que los niveles de presión arterial altos podrían “conducir a la reducción del volumen cerebral”, de forma literal un encogimiento del cerebro, “que se da de forma específica en el hipocampo”, el centro de memoria. Esto ayuda a explicar cómo la presión arterial alta podría estar involucrada en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.

En el minuto 3:02 en mi video se pueden visualizar las pequeñas arterias en la parte posterior de nuestros ojos a través de un oftalmoscopio, que proporciona “una ventana no invasiva” para estudiar la salud de las arterias y los pequeños vasos sanguíneos intracraneales. Los investigadores “encontraron una asociación significativa” entre la enfermedad arterial visualizada y la contracción cerebral en la resonancia magnética. Sin embargo, al ser un estudio transversal, es decir, una foto de un momento específico, no se puede probar con ello causa y efecto. Lo que se necesita es un estudio prospectivo, que realice un seguimiento de las personas a lo largo del tiempo. Esto se realizó durante un período de 10 años. Como resultado los investigadores encontraron que aquellos con signos visuales de enfermedad arterial tenían el doble de probabilidades de sufrir una pérdida significativa de volumen de tejido cerebral con el tiempo.

Considera ser voluntario/a para ayudar en la página web.

Imagen: KlausHausmann vía pixabay. Esta imagen ha sido modificada.

Video: Tyler McReynolds, Teetotalin LLC.

A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.

Tener hipertensión en la mediana edad (de los 40 a los 60 años) se asocia con un riesgo elevado de deterioro cognitivo y alzhéimer más adelante en la vida, incluso mayor que tener el gen de la enfermedad.

“Está claro que la enfermedad cerebrovascular”, es decir, el endurecimiento de las arterias del cerebro, “y el deterioro cognitivo, van de la mano”, relación que ya he abordado en otras ocasiones. “Sin embargo, la asociación independiente de AD [enfermedad de Alzheimer, por sus siglas en inglés] con factores de riesgo múltiples de AVD [enfermedad vascular aterosclerótica] sugiere que el colesterol no es el único culpable de la demencia”.

Se ha visto de manera consistente que tener unos niveles elevados de presión sanguínea entre los 40 y los 60 se asocia con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y alzhéimer más tarde. De hecho, incluso más que tener el llamado gen del alzhéimer.

“El árbol arterial normal” (todos los vasos sanguíneos del cerebro) “está diseñado como un conducto y un amortiguador”. Sin embargo, cuando las paredes arteriales se endurecen, la presión del pulso cada vez que nuestro corazón bombea sangre al cerebro, puede dañar los vasos sanguíneos del cerebro. Esto puede causar “micro hemorragias”, que son muy frecuentes en personas con presión arterial alta, incluso si nunca se les ha diagnosticado un derrame cerebral.

Estas microhemorragias podrían ser “uno de los factores importantes que causan alteraciones cognitivas”. “Tal vez no cause sorpresa”, porque en las autopsias, “las micro hemorragias están asociadas, en parte, a la necrosis del tejido [cerebral]”, lo que significa la muerte del tejido. Además, la presión arterial alta se asocia con los llamados infartos lacunares, de la palabra latina lacuna, que significa agujero. Estos agujeros aparecen en el cerebro cuando las arterias pequeñas se obstruyen y provocan la muerte celular de una pequeña región circular alrededor de la misma. Hasta una cuarta parte de las personas mayores tiene estos pequeños accidentes cerebrovasculares, llamados infartos silenciosos, sin siquiera saberlo. Pero, la cuestión es que “no existen agujeros negros en el cerebro que sean benignos”. En el minuto 2:12 en mi video, se puede ver una imagen del cerebro con estos infartos lacunares, parecería como si estuviera perforado.

“Aunque los infartos silenciosos, por definición, carecen de síntomas similares a un accidente cerebrovascular, están asociados con déficits sutiles en la función física y cognitiva que en general pasan desapercibidos”. Los mismos pueden duplicar el riesgo de demencia, lo que vincula la presión arterial con esta enfermedad.

El daño producido es tal que los niveles de presión arterial altos podrían “conducir a la reducción del volumen cerebral”, de forma literal un encogimiento del cerebro, “que se da de forma específica en el hipocampo”, el centro de memoria. Esto ayuda a explicar cómo la presión arterial alta podría estar involucrada en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.

En el minuto 3:02 en mi video se pueden visualizar las pequeñas arterias en la parte posterior de nuestros ojos a través de un oftalmoscopio, que proporciona “una ventana no invasiva” para estudiar la salud de las arterias y los pequeños vasos sanguíneos intracraneales. Los investigadores “encontraron una asociación significativa” entre la enfermedad arterial visualizada y la contracción cerebral en la resonancia magnética. Sin embargo, al ser un estudio transversal, es decir, una foto de un momento específico, no se puede probar con ello causa y efecto. Lo que se necesita es un estudio prospectivo, que realice un seguimiento de las personas a lo largo del tiempo. Esto se realizó durante un período de 10 años. Como resultado los investigadores encontraron que aquellos con signos visuales de enfermedad arterial tenían el doble de probabilidades de sufrir una pérdida significativa de volumen de tejido cerebral con el tiempo.

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Imagen: KlausHausmann vía pixabay. Esta imagen ha sido modificada.

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Nota del Doctor

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