El hecho de que el consumo de huevos esté vinculado con un mayor riesgo de cáncer podría deberse al N-óxido de trimetilamina (OTMA), considerado la prueba irrefutable de la relación entre el microbioma y la enfermedad.
Cómo nuestras bacterias intestinales pueden usar los huevos para acelerar el cáncer
A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.
“Somos comunidades ambulantes compuestas no solo de un huésped Homo sapiens, sino también de billones de microorganismos comensales simbióticos que están en el intestino y en todas las demás superficies de nuestro cuerpo”. Hay más células bacterianas en nuestro intestino que células humanas en todo el cuerpo. De hecho, solo un 10 por ciento del ADN de nuestro cuerpo es humano. El resto está en nuestro microbioma, es decir, en los microbios con los que compartimos la “comunidad ambulante” a la que llamamos cuerpo. ¿Qué hacen estos microbios?
La microbiota bacteriana intestinal “sirve de filtro para el elemento ambiental al que más expuestos estamos —lo que comemos”— y, “estrictamente hablando, la comida es un objeto extraño que metemos en el cuerpo” de a kilos todos los días. La “comunidad microbiana que está dentro de cada uno de nosotros influencia de manera significativa el modo en que experimentamos una comida. Por lo tanto, nuestro metabolismo y la absorción de alimentos ocurre a través” de este filtro de bacterias.
Sin embargo, si consumimos mucha carne —incluida carne de ave y pescado—, leche, queso y huevos, podemos fomentar el crecimiento de bacterias que transforman la colina y la carnitina presente en esos alimentos en trimetilamina (TMA), que se puede oxidar y formar OTMA, y causar estragos en nuestras arterias, lo que aumenta nuestro riesgo de sufrir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, y de muerte.
Hace más de 40 años que descubrimos esta transformación “problemática” de colina a trimetilamina, pero eso fue mucho antes de que advirtiéramos su conexión con las enfermedades cardíacas. Lo que preocupaba a los investigadores en esa época era el hecho de que estas metilaminas podrían formar nitrosaminas, que presentan una “actividad cancerígena marcada”, es decir, actividad que produce cáncer. Ahora bien, ¿dónde se encuentra la colina en nuestra dieta? En su mayor parte, en la carne, los huevos, los lácteos y los cereales refinados. Seguramente, el vínculo entre la carne y el cáncer no sorprenda a nadie. De hecho, debido a los contaminantes industriales, como los PCB, los niños no deberían comer más de unas cinco porciones al mes de carnes como la de vaca, cerdo o pollo combinadas. Pero ¿qué sucede con el cáncer y los huevos?
Estudios que datan de la década de los 70 indicaban una correlación entre los huevos y el cáncer de colon, como puedes ver en el minuto 2:45 de mi video. Sin embargo, estos datos provenían únicamente de estudios ecológicos, que mostraban que, en los países donde el consumo de huevos era mayor, por lo general las tasas de cáncer eran más altas, pero eso podría deberse a muchos factores distintos. Había que ponerlo a prueba.
Para lograrlo, se empezaron a hacer estudios en los años 80 y, para la década del 90, se habían publicado 15 estudios, de los cuales 10 indicaban “una relación directa” entre el consumo de huevos y el cáncer colorrectal, “mientras que, en cinco, no se encontró una relación”. Para el 2014, se habían publicado docenas más de estudios que confirmaban que, en efecto, los huevos pueden desempeñar un papel en el desarrollo de cáncer de colon, aunque no se encontró ninguna relación entre el consumo de huevos y el desarrollo de pólipos precancerosos, lo que “sugería que el consumo de huevos podría estar involucrado en la [etapa de] promoción” de la carcinogénesis (es decir, la aceleración del crecimiento de tumores), en lugar de iniciar el proceso.
Esto nos lleva al 2015. Quizás, lo que provoca la promoción del cáncer sea el OTMA formado a partir de la colina que hay en la carne y los huevos. En efecto, en el estudio de la Iniciativa para la Salud de las Mujeres (Women’s Health Initiative), las mujeres con los niveles más altos de OTMA en la sangre tenían unas unas tres veces más posibilidades de desarrollar cáncer de recto, lo que indicaba que los niveles de OTMA “podrían ser un indicador de un mayor riesgo de cáncer colorrectal”.
Como puedes ver en el minuto 4:17 de mi video, aunque haya más evidencia que vincule el consumo de huevos con el cáncer de mamas que con el de próstata, en el único otro estudio hecho hasta ahora sobre el OTMA y su relación con el cáncer, se encontró un mayor riesgo de cáncer de próstata.
“Hace mucho que se considera que la dieta es un factor primordial para la salud; sin embargo, con la revolución en el conocimiento del microbioma de la década pasada, hemos comenzado a entender cómo la dieta puede” afectar las interacciones entre nosotros y lo que tenemos dentro, y todo el tema del OTMA es una prueba irrefutable de la relación entre las bacterias del intestino y la enfermedad.
Ya que la colina y la carnitina son las fuentes principales de producción de OTMA, la estrategia de intervención lógica podría ser reducir el consumo de carne, lácteos y huevos. Y, si llevamos una dieta basada en plantas durante una cierta cantidad de tiempo, hasta podemos cambiar nuestra microbiota intestinal de manera tal que no podríamos producir OTMA aunque lo intentáramos.
“Al fin, la teoría de que ‘somos lo que comemos’ está respaldada por evidencia científica”. Sin embargo, tal vez no debamos comer de forma saludable por mucho tiempo. La Big Pharma cree que pronto “podríamos ‘medicar el microbioma’… como forma de fomentar la salud cardiovascular”.
¿Qué hizo la industria de producción de huevos en respuesta a esta información? Distorsionó los registros científicos.
La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Rosana Battagliotti.
Image: Praveen por pixabay. La imagen ha sido modificada.
Video: Tyler McReynolds, Teetotalin LLC
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- salud de la mujer
- salud del colon
- salud masculina
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A continuación una aproximación al contenido del audio de este video. Para ver los gráficos, tablas, imágenes o citas a los que Dr. Greger se refiere, ve el video más arriba.
“Somos comunidades ambulantes compuestas no solo de un huésped Homo sapiens, sino también de billones de microorganismos comensales simbióticos que están en el intestino y en todas las demás superficies de nuestro cuerpo”. Hay más células bacterianas en nuestro intestino que células humanas en todo el cuerpo. De hecho, solo un 10 por ciento del ADN de nuestro cuerpo es humano. El resto está en nuestro microbioma, es decir, en los microbios con los que compartimos la “comunidad ambulante” a la que llamamos cuerpo. ¿Qué hacen estos microbios?
La microbiota bacteriana intestinal “sirve de filtro para el elemento ambiental al que más expuestos estamos —lo que comemos”— y, “estrictamente hablando, la comida es un objeto extraño que metemos en el cuerpo” de a kilos todos los días. La “comunidad microbiana que está dentro de cada uno de nosotros influencia de manera significativa el modo en que experimentamos una comida. Por lo tanto, nuestro metabolismo y la absorción de alimentos ocurre a través” de este filtro de bacterias.
Sin embargo, si consumimos mucha carne —incluida carne de ave y pescado—, leche, queso y huevos, podemos fomentar el crecimiento de bacterias que transforman la colina y la carnitina presente en esos alimentos en trimetilamina (TMA), que se puede oxidar y formar OTMA, y causar estragos en nuestras arterias, lo que aumenta nuestro riesgo de sufrir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, y de muerte.
Hace más de 40 años que descubrimos esta transformación “problemática” de colina a trimetilamina, pero eso fue mucho antes de que advirtiéramos su conexión con las enfermedades cardíacas. Lo que preocupaba a los investigadores en esa época era el hecho de que estas metilaminas podrían formar nitrosaminas, que presentan una “actividad cancerígena marcada”, es decir, actividad que produce cáncer. Ahora bien, ¿dónde se encuentra la colina en nuestra dieta? En su mayor parte, en la carne, los huevos, los lácteos y los cereales refinados. Seguramente, el vínculo entre la carne y el cáncer no sorprenda a nadie. De hecho, debido a los contaminantes industriales, como los PCB, los niños no deberían comer más de unas cinco porciones al mes de carnes como la de vaca, cerdo o pollo combinadas. Pero ¿qué sucede con el cáncer y los huevos?
Estudios que datan de la década de los 70 indicaban una correlación entre los huevos y el cáncer de colon, como puedes ver en el minuto 2:45 de mi video. Sin embargo, estos datos provenían únicamente de estudios ecológicos, que mostraban que, en los países donde el consumo de huevos era mayor, por lo general las tasas de cáncer eran más altas, pero eso podría deberse a muchos factores distintos. Había que ponerlo a prueba.
Para lograrlo, se empezaron a hacer estudios en los años 80 y, para la década del 90, se habían publicado 15 estudios, de los cuales 10 indicaban “una relación directa” entre el consumo de huevos y el cáncer colorrectal, “mientras que, en cinco, no se encontró una relación”. Para el 2014, se habían publicado docenas más de estudios que confirmaban que, en efecto, los huevos pueden desempeñar un papel en el desarrollo de cáncer de colon, aunque no se encontró ninguna relación entre el consumo de huevos y el desarrollo de pólipos precancerosos, lo que “sugería que el consumo de huevos podría estar involucrado en la [etapa de] promoción” de la carcinogénesis (es decir, la aceleración del crecimiento de tumores), en lugar de iniciar el proceso.
Esto nos lleva al 2015. Quizás, lo que provoca la promoción del cáncer sea el OTMA formado a partir de la colina que hay en la carne y los huevos. En efecto, en el estudio de la Iniciativa para la Salud de las Mujeres (Women’s Health Initiative), las mujeres con los niveles más altos de OTMA en la sangre tenían unas unas tres veces más posibilidades de desarrollar cáncer de recto, lo que indicaba que los niveles de OTMA “podrían ser un indicador de un mayor riesgo de cáncer colorrectal”.
Como puedes ver en el minuto 4:17 de mi video, aunque haya más evidencia que vincule el consumo de huevos con el cáncer de mamas que con el de próstata, en el único otro estudio hecho hasta ahora sobre el OTMA y su relación con el cáncer, se encontró un mayor riesgo de cáncer de próstata.
“Hace mucho que se considera que la dieta es un factor primordial para la salud; sin embargo, con la revolución en el conocimiento del microbioma de la década pasada, hemos comenzado a entender cómo la dieta puede” afectar las interacciones entre nosotros y lo que tenemos dentro, y todo el tema del OTMA es una prueba irrefutable de la relación entre las bacterias del intestino y la enfermedad.
Ya que la colina y la carnitina son las fuentes principales de producción de OTMA, la estrategia de intervención lógica podría ser reducir el consumo de carne, lácteos y huevos. Y, si llevamos una dieta basada en plantas durante una cierta cantidad de tiempo, hasta podemos cambiar nuestra microbiota intestinal de manera tal que no podríamos producir OTMA aunque lo intentáramos.
“Al fin, la teoría de que ‘somos lo que comemos’ está respaldada por evidencia científica”. Sin embargo, tal vez no debamos comer de forma saludable por mucho tiempo. La Big Pharma cree que pronto “podríamos ‘medicar el microbioma’… como forma de fomentar la salud cardiovascular”.
¿Qué hizo la industria de producción de huevos en respuesta a esta información? Distorsionó los registros científicos.
La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Rosana Battagliotti.
Image: Praveen por pixabay. La imagen ha sido modificada.
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Cómo nuestras bacterias intestinales pueden usar los huevos para acelerar el cáncer
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